Archive for diciembre 2014
Niños, natos o nonatos, que mueren sin el bautismo de agua. ¿Pueden llegar a la visión beatífica en el cielo?. Esta pregunta ha sido discutida por siglos y dio lugar al concepto teológico llamado "limbo" que, aunque muy conocido, no es ni nunca fue dogma de la Iglesia.
Aunque el magisterio de la Iglesia no se ha definido sobre esta cuestión, hay principios de la doctrina Católica que deben ser tomados en cuenta. El Segundo Concilio de Lyons (1274) y el Concilio de Florencia (1438-45) explícitamente definen que aquellos que mueren con “sólo el pecado original” (Peccato vel solo originali) no alcanzan el cielo.
Pero en muchos casos la falta de bautismo no es por negligencia ni rechazo. Sabemos que, de acuerdo a la voluntad salvífica universal de Dios, de alguna forma El da a todas las personas la oportunidad de alcanzar el cielo. Por eso hay que considerar las palabras del Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia:
Aquellos que, sin tener culpa propia, no conocen el Evangelio de Cristo o de su Iglesia, pero que sin embargo buscan a Dios con un corazón sincero, y, movidos por la gracia, tratan a través de sus acciones de hacer Su voluntad, como la conocen a través de los dictados de su conciencia - ésos también podrán conseguir la salvación eterna” (Lumen Gentium, 16)
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (Cf. 1Tim 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo. -Catecismo 1261
En cuanto a cuando es que un niño debe de ser bautizado, el ritual Romano dice, “la consideración principal es el bienestar del niño(a), que no debe de ser desposeído del beneficio del sacramento.” De ahí que, “si el niño(a) está en peligro de muerte, deberá ser bautizado sin demora.”
¿Qué sucede con los niños fallecidos sin el bautismo?
Responde el teólogo Peter Gumpel, S.J.
14 diciembre 2004 www.ZENIT.org -¿A qué lugar del cielo van las almas de los niños que mueren antes del parto o, poco después, y por lo tanto antes de ser bautizados? ¿Dónde van los niños abortados?
«Según la doctrina católica, todos nacen con el pecado original, nadie puede entrar en la visión beatífica si no supera el pecado original. La vía normal es la de ser bautizado, es un medio infalible para asegurar la plena felicidad en la visión beatífica»
--Pero, ¿qué sucede a quienes mueren sin bautismo?
--Gumpel: Aunque en la historia ha habido opiniones diversas, el supremo Magisterio de la Iglesia ofrece documentos y afirmaciones muy precisos.
En especial, en la lucha entre san Agustín y Pelagio, este último negaba el pecado original, mientras que Agustín, doctor de la Iglesia, afirmaba su existencia. En el tiempo de san Agustín, existía la doctrina, según la cual, fuera de la Iglesia no hay salvación, por lo que los no bautizados, adultos o recién nacidos, se creía que no podían entrar en la visión salvífica.
En este contexto, san Agustín habla de los niños muertos sin bautismo y piensa que su destino es el infierno, diciendo que están sujetos a las llamas del infierno, aunque añade que son «llamas mitigadísimas». Ante esta consideración tan dura, se presenta el problema de si san Agustín no habría considerado una suplencia al bautismo por el agua. Por ejemplo el bautismo de deseo.
Los catecúmenos que habían mostrado su voluntad de entrar en la Iglesia, mediante el bautismo, quizá se podían salvar. Incluso los catecúmenos no bautizados con el agua, pero que sufrían el martirio por la fe en Cristo, podían sin duda salvarse. En este caso, se introduce el concepto de bautismo de sangre.
San Agustín no consideró la cuestión de las personas que desean entrar en la Iglesia.
--Santo Tomás de Aquino propone una visión distinta de la san Agustín, ¿en que cambia?
--Gumpel: Así es. Santo Tomás y los escolásticos abandonan la teoría de san Agustín por la que los niños no bautizados irían al infierno, aunque fuera éste en forma mitigada, y construyen una forma intermedia, conocida como «limbo». Se trata de una construcción teológica, para explicar la situación de los seres humanos que mueren y no están en el cielo.
--Esta teoría del «limbo», ¿ha sido alguna vez presentada por la Iglesia como materia de fe?
--Gumpel: En 1954, realicé un estudio que considero exhaustivo, en el que examiné todos los argumentos a favor de la tesis expresada por el Magisterio infalible hecho con autoridad. Estudié todos los concilios ecuménicos, y llegué a la conclusión de que el «limbo» no es una respuesta obligatoria. Ha sido una opinión que se ha repetido a lo largo del tiempo, sin hacer un examen histórico critico de los concilios ecuménicos.
Antes del Vaticano II, se preparó un esquema titulado «Para salvar en su pureza el depósito de la fe».De modo especial, por impulso de la Facultad Teológica de Nápoles, en el documento se incluyó el undécimo capítulo, que condenaba formalmente a quienes atacaban al «limbo».
Cuando el proyecto llegó a la Comisión general preparatoria, la comisión más importante para la preparación del Concilio, hubo tales objeciones, por parte de los cardenales y otros obispos, que se decidió cancelar este capítulo. La comisión citó para ello explícitamente el estudio que realicé y que luego fue publicado.
--¿Qué dice sobre este tema el Catecismo de la Iglesia Católica?
--Gumpel: El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado en 1992, dedica el número 1261 a los niños muertos sin bautismo y allí se lee que se puede esperar que puedan llegar a la visión beatifica.
Se trata de un elemento de máxima importancia, que abre la vía a un punto de vista más abierto, y se trata de un pronunciamiento del magisterio ordinario de la Iglesia. No podemos decir con certeza que se salvarán. Podemos esperar, y el hecho de que podamos esperar, como dice el Catecismo, es una clave interpretativa. Nadie espera o puede esperar legítimamente algo si está seguro de que es imposible.
--¿Cuál es el fundamento de esta esperanza?
--Gumpel: La primera consideración que hay que hacer es que, cada ser humano, aunque haya estado como embrión o como feto en el útero, forma parte de la familia humana y, ontológicamente, en su ser, tiene una relación con todos los hombres y, por tanto, también con Jesucristo, que es la cabeza de la nueva humanidad, el nuevo Adán.
Por la Sagrada Escritura, conocemos la voluntad salvífica de Dios. Cristo es el redentor de todos y quiere que todos se salven. Además Cristo ha fundado la Iglesia, un organismo visible, y ha instituido el sacramento del bautismo. Y, siendo el bautismo un medio infalible, debemos hacer todo lo posible por bautizar a las personas.
Pero, ¿qué hacemos con aquellos que, sin que nadie tenga la culpa, no pueden recibir el bautismo de agua? Tiene que haber otro medio para mantener el designio salvífico de Dios.
No sabemos cuál es este medio. Hay muchas teorías. Por ejemplo, ¿los niños pequeñitos seguirán siendo así o, después de la muerte, tendrán un estado diverso? ¿Es posible que tengan una iluminación divina, con la posibilidad de elegir a favor o contra Dios?
Otros recuerdan el deseo de aquellos padres, buenos católicos, que han concebido un niño y que, ciertamente lo habrían llevado a bautizar si hubiera sido posible, y se preguntan si no basta el deseo de los padres, o si basta el deseo de la Iglesia.
Ciertamente si nosotros no podemos indicar con certeza con qué medio podrían ser salvados, queda el hecho de su unión con Cristo y la voluntad salvífica universal. Este es el punto central.
--¿Por qué el Papa ha pedido a la Comisión Teológica Internacional que profundice este estudio?
--Gumpel: Hoy el problema es más complejo porque, con las leyes que han legalizado el aborto, a muchos niños que podrían haber deseado el bautismo se les quita la vida.
No conozco en detalle la intención del Santo Padre, pero no pienso que quiera volver atrás. La cuestión es más bien de índole pastoral porque, cuando escribí aquellos artículos en 1954, había pocos casos pero hoy, con la multiplicación del número de abortos y los intentos de manipulación de los fetos, el número de seres humanos implicados ha aumentado mucho.
--Queda por último el misterio del alma y su destino...
--Gumpel: Sí. Nosotros nos tomamos en serio un ser humano pequeñísimo, apenas concebido, y lo llamamos persona humana. Si es así, ¿cuál será su estado final, será un feto? ¿Crecerá? Es cierto que está ya separado del cuerpo pero si decimos que tiene un alma, ¿como será esta alma? ¿Quedará este alma en estado de feto, de niño, o se desarrollará?
Como cristianos rechazamos netamente cualquier aproximación eugenésica. Los niños minusválidos, por ejemplo, no quedan con su limitación cuando entran en la visión beatífica, porque ya no hay cuerpo, y el alma no tiene minusvalías.
El alma de estos niños no tiene los obstáculos del cuerpo, y puede llegar al pleno desarrollo de sus facultades mentales. Por tanto, son muchas las razones por las que vale la pena tener esperanza.
"Omne verum, a quocumque dicatur, a Spiritu Sancto est"
Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo
(Santo Tomás de Aquino)
Testimonios extrabíblicos sobre Jesús
Daniel Iglesias Grèzes
Hay quienes todavía sostienen la teoría de la inexistencia histórica de Jesús, aunque hace ya varias décadas que esa teoría ha quedado desacreditada y que el asunto prácticamente no se discute entre los estudiosos serios del Nuevo Testamento (no así entre inescrupulosos autores de best-sellers). Se ha puesto en evidencia que negar la existencia histórica de Jesús es tan absurdo como negar la existencia histórica de Julio César o de Napoleón Bonaparte. Los 27 libros del Nuevo Testamento, y particularmente los cuatro evangelios canónicos, son suficientes para demostrar la tesis de existencia de Jesús. Pero además de ellos y de la abundante literatura cristiana (patrística y apócrifa) de los siglos I y II, encontramos en esos dos primeros siglos unos cuantos testimonios de escritores paganos y judíos sobre Jesús, que sirven para confirmar dicha tesis.
Veamos en primer lugar los testimonios paganos:
· Hacia el año 112, Plinio el Joven, legado imperial en las provincias de Bitinia y del Ponto (situadas en la actual Turquía) escribió una carta al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a muchos de los cuales había mandado ejecutar. En esa carta menciona tres veces a Cristo a propósito de los cristianos. En la tercera oportunidad dice que los cristianos "afirmaban que toda su culpa y error consistía en reunirse en un día fijo antes del alba y cantar a coros alternativos un himno a Cristo como a un dios".
· Hacia el año 116, el historiador romano Tácito escribió sus "Anales". En el libro XV de los Anales Tácito narra el pavoroso incendio de Roma del año 64. Se sospechaba que el incendio había sido ordenado por el emperador Nerón. Tácito escribe que "para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignominias. Aquel de quien tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo no sólo por Judea, origen del mal, sino también por la Ciudad..." (y continúa el relato de la persecución de los cristianos).
·
Hacia el año 120, el historiador romano Suetonio escribió una obra llamada "Sobre la vida de los Césares". En el libro dedicado al emperador Claudio (41-54), Suetonio escribe que Claudio "expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos continuamente a instigación de Cresto". La expulsión de los judíos de Roma por orden de Claudio se menciona también en los Hechos de los Apóstoles (18,2).
Hacia el año 120, el historiador romano Suetonio escribió una obra llamada "Sobre la vida de los Césares". En el libro dedicado al emperador Claudio (41-54), Suetonio escribe que Claudio "expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos continuamente a instigación de Cresto". La expulsión de los judíos de Roma por orden de Claudio se menciona también en los Hechos de los Apóstoles (18,2).
· En la segunda mitad del siglo II, el escritor Luciano de Samosata, oriundo de Siria, se refirió a Jesús en dos sátiras burlescas ("Sobre la muerte de Peregrino" y "Proteo"). En la primera de ellas habla así de los cristianos: "Después, por cierto, de aquel hombre a quien siguen adorando, que fue crucificado en Palestina por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres... Además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos."
· A fines del siglo I, el sirio Mara ben Sarapión se refirió así a Jesús en una carta a su hijo: "¿Qué provecho obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates, delito que hubieron de pagar con carestías y pestes? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, si su país quedó pronto anegado en arena? ¿O los hebreos al ejecutar a su sabio rey, si al poco se vieron despojados de su reino? Un dios de justicia vengó a aquellos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre; a los de Samos se los tragó el mar; los hebreos fueron muertos o expulsados de su tierra para vivir dispersos por doquier. Sócrates no murió, gracias a Platón; tampoco Pitágoras, a causa de la estatua de Era; ni el rey sabio, gracias a las nuevas leyes por él promulgadas."
A continuación presentaremos brevemente los testimonios sobre Jesús de autores judíos de esa misma época:
· Todavía en el siglo I, el historiador samaritano Thallos aludió en sus escritos a las tinieblas que sobrevinieron en ocasión de la muerte de Jesús e intentó explicarlas como un eclipse de sol. Esta parte de sus escritos fue citada luego por los historiadores romanos Julio Africano y Flegón Tralliano.
· El Talmud, compendio de la antigua literatura rabínica, contiene varias referencias a Jesús. Ellas están inspiradas por una actitud polémica anticristiana, que les da un carácter calumnioso. No obstante pueden ser de alguna utilidad para una investigación histórica sobre Jesús, no tanto por lo que afirman falsamente, sino por lo que suponen: la existencia histórica de Jesús, su condena a muerte con intervención de las autoridades religiosas judías, sus milagros (rechazados como producto de la magia), etc. Citaré sólo un pasaje del Talmud babilónico: "En la víspera de la fiesta de pascua se colgó a Jesús. Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: `Es conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga´. Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera de la fiesta de pascua" (Sanhedrin 43a).
· En último término me referiré al más conocido de los testigos extrabíblicos sobre Jesús: el historiador judío Tito Flavio Josefo, del siglo I. Flavio Josefo se refirió a Jesús en dos pasajes de sus Antiquitates judaicae. El primero de ellos es el célebre Testimonium Flavianum. El texto recibido dice lo siguiente: "Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre; porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los príncipes responsables de entre los nuestros, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos que de él toma nombre."
Sobre el problema de la autenticidad del Testimonium Flavianum se ha discutido mucho. En general se puede decir que en torno a este problema existen tres posturas básicas: la tesis de la autenticidad total (Flavio Josefo escribió el texto tal como lo conocemos); la tesis de la interpolación total (todo el pasaje fue introducido en la obra de Josefo por un autor cristiano posterior) y la "hipótesis del retoque": Un copista cristiano medieval habría hecho algunas modificaciones al texto original de Josefo, que es la base del texto actual. La tesis de la autenticidad total no explica suficientemente los elementos cristianos; el texto actual parece una confesión de fe cristiana, cosa bastante improbable en un autor judío. La tesis de la interpolación total tampoco es convincente, porque el Testimonium Flavianum contiene muchos términos y expresiones inusuales en el lenguaje cristiano y propios del lenguaje de Flavio Josefo. Por eso hoy en día prevalece ampliamente la hipótesis del retoque. Se han hecho muchos intentos de reconstrucción de la forma original del Testimonium Flavianum. Un reciente descubrimiento parece confirmar esta hipótesis: En 1971 el autor judío S. Pines citó por primera vez en el contexto de este debate una versión árabe del Testimonium Flavianum que Agapio, obispo de Hierápolis (del siglo X), incluyó en su historia universal. El texto árabe coincide significativamente con las reconstrucciones críticas del texto original de Josefo. Dice así: "Josefo refiere que por aquel tiempo existió un hombre sabio que se llamaba Jesús. Su conducta era buena y era famoso por su virtud. Y muchos de entre los hebreos y de otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que se habían hecho discípulos suyos no abandonaron su discipulado. Ellos contaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo; quizás, por esto, era el Mesías, del que los profetas contaron maravillas." Un texto como éste pudo perfectamente haber sido escrito por Flavio Josefo.
Ocho testigos paganos y judíos en dos siglos no es mucho, pero es suficiente para confirmar no sólo la existencia histórica de Jesús, sino también algunos datos básicos que los Evangelios nos ofrecen sobre Él. En general lo que estos autores escriben sobre Cristo y los cristianos no es muy favorable, pero esto es exactamente lo que cabía esperar de ellos, según su mentalidad.
Nota: Este artículo es en su mayor parte un resumen de un escrito inédito del Pbro. Dr. Miguel Barriola.
Según algún polemista, Jesús fue un simple profeta, de cuya dramática vida se habría apropiado un hombre de ingenio excepcional que, divinizando hábilmente a aquel personaje carismático, habría acabado fundando una religión.
Por Francesco Ognibene,
en Avvenire
Según algún polemista, Jesús fue un simple profeta, de cuya dramática vida se habría apropiado un hombre de ingenio excepcional que, divinizando hábilmente a aquel personaje carismático, habría acabado fundando una religión. El cristianismo —según el parecer de estos expertos— habría sido de su propia cosecha. Sobre san Pablo se ha dicho mucho, pero esta acusación es, con mucho, la más dura. La desmonta Julián Carrón, experto en el Nuevo Testamento, profesor de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid Periódicamente vuelve a colación esta idea de Pablo como segundo fundador del cristianismo. ¿Qué opina? Es una hipótesis que cae cuando se contrasta con la realidad histórica. La religión cristiana, cuando Pablo la descubrió, tenía ya toda su estructura conceptual que él expresó después en sus cartas. Pero hay quien quiere contraponer Pablo a Jesús, sosteniendo que el primero habría divinizado al segundo, construyendo alrededor de él su propia teología. El cristianismo sería el fruto de la convergencia de la cultura helenística y las religiones orientales. Pero cuanto más se estudia, más se comprende que esta teoría es insostenible.
¿Cuál es su objeción?
La cronología, que lo desmonta todo. Las epístolas pueden datarse entre los años 50 y 56-57 como máximo: hoy los estudiosos paulinos son unánimes. En los textos no hay un verdadero desarrollo teológico progresivo, signo de que su pensamiento ya estaba definido desde la primera carta. Pablo, al contrario, utiliza para Jesucristo expresiones y títulos que luego no explica. Está claro que nadie escribe cartas para que nadie le entienda, lo que significa que la comunidad que leía aquellas palabras sabía perfectamente a lo que Pablo aludía. Un hecho que puede suceder sólo si se trata de ideas ya expuestas gracias a su predicación: por tanto, toda la cristología paulina estaba ya madura antes de comenzar los viajes misioneros. Esto nos lleva a prácticamente la mitad de los años 40, o sea, no más de 12-15 años tras la muerte de Jesús: y es el lapso de tiempo que nos queda para explicar la fe cristiana tal y como viene expuesta en las epístolas. Un tiempo insuficiente para justificar la fundación del cristianismo por parte de Pablo, como muchos estudiosos mantienen.
¿Qué sucedió entonces en aquellos años?
Bultmann y otros miran a Antioquía, la primera ciudad donde se forma una comunidad de origen tanto judío como pagano, como el lugar de la primera teología cristiana. Pero este argumento no se sostiene, porque todos los jefes de la comunidad, según el libro de los Hechos de los Apóstoles, tenían nombres hebreos y tenían relación con la comunidad de Jerusalén. Antioquía, por tanto, no tuvo un desarrollo autónomo sino siempre ligado a Jerusalén. San Pablo, en cambio, se convirtió dos o tres años depués de la muerte de Jesús, y falta tiempo para justificar el nacimiento de un cristianismo paulino.
¿Cómo se justifica que san Pablo, tan pocos años después de su conversión, tuviera las ideas tan claras?
Cuando Pablo se encuentra con el Resucitado de modo imprevisible en el camino de Damasco, creía conocer bastante bien a Jesús, tanto como para querer exterminar a los discípulos. Ésa es la imagen del cristianismo que da al Sanedrín: desprecia las dos realidades centrales del hebraísmo, el Templo y la Ley. Pero cuando se encuentra con Él se da cuenta de que tiene que reconstruir todas sus categorías teológicas. ¿Cómo es posible entonces que, en tan poco tiempo —desde la conversión hasta la escritura de las cartas—, se haya podido verificar una serie de fenómenos tan imponentes, como la convergencia de sugestiones diversas en una nueva sistematización teológica? No: Pablo recoge un testimonio, no funda nada de nada.
HIPÓTESIS CON HECHOS
Por géneros y contenidos las cartas son totalmente diversas de los evangelios, aun habiendo sido escritas en los mismos años, si se sigue su datación. ¿Cómo pueden coexistir dos tipologías tan diferentes?
Porque los textos nacen de demandas diversas. Las cartas responden a las cuestiones bastante complejas de las primeras comunidades, cuestiones que dan por descontados los conocimientos de los hechos. Incluso Pablo en las cartas a los Corintios se refiere a los textos que los fieles ya leían en sus reuniones comunitarias: casi con seguridad los evangelios, o la fuente común de la que fueron tomados. Pablo no consigna parábolas, frases o milagros. Pero el conocimiento de los hechos decisivos de la vida de Jesús es determinante para descifrar su teología.
¿Entre Pablo y Pedro existe un dualismo, como sostienen algunos?
Hay quien ve una tensión entre el cristianismo judaico y el del área helenística, pero aun cuando hubiese habido rivalidad entre ambos personajes tan diferentes habría que documentar la existencia de dos teologías diversas. Lo que nosotros vemos, en cambio, es la extraordinaria unicidad de pensamiento y de impostación sobre Jesús en todo el Nuevo Testamento. No se trata de homogeneidad: cada autor conserva su estilo personal, pero todos testimonian las mismas cosas. Y esto sigue siendo cierto, aunque se nota que entre Pedro y Pablo hubo diferencias de criterio. Pablo, escribiendo a los Gálatas, habla de Pedro como de la columna de Jerusalén y lo hace de pasada, sin énfasis, como aludiendo a una noción ya establecida. No ha establecido aún la reflexión sobre el primado de Pedro tal y como la conocemos hoy, pero habría que negar las cartas para desmentir el reconocimiento de Pablo de la centralidad de Pedro.
¿Cómo es posible estar seguros de la datación de las epístolas?
La datación es bastante cierta gracias al contraste con la cronología romana, obtenida también de los datos históricos incluidos en las cartas, y la paulina. Se obtiene así una acotación que permite un error de dos años como máximo. El elenco, por orden cronológico, empieza sin duda por la primera carta a los Tesalonicenses, mientras que la última es la de los Romanos: todo ello antes de terminar los años 50.
¿A Pablo no se le pasó nunca por la cabeza escribir su propio evangelio?
No tenemos ninguna prueba cierta, pero sabemos que él habla siempre de su obra como de una predicación del Evangelio: y precisamente no hace otra cosa que avalar la idea de que no fue un fundador, sino un difusor de un anuncio basado en hechos ya conocidos y que no era necesario contar desde el principio. Su única preocupación era la creación de comunidades y la expansión del cristianismo. El suyo, por tanto, no es otro cristianismo, sino el mismo que el de Jesús y el de los apóstoles. Cualquier otra hipótesis va contra los hechos históricos.
Una de las razones por la cual en algunos ambientes no es aceptada la Apologética es porque piensan que queremos practicarla o resucitarla tal como se practicaba antes del concilio Vaticano II. Donde en algunos casos era muy racional, combativa, triunfalista y un monologo donde se quería vencer a un enemigo en la Fe. Además que se le veía como algo contrario al ecumenismo. La verdad es que hoy en día en muchos países se esta practicando una nueva Apologética pero desde una perspectiva donde se ha incorporado la visión teológica del Vaticano II.
Veamos a continuación algunas de las caracteristicas principales de ella y seguramente que estará de acuerdo con nosotros en promover la importancia de una nueva Apologética en todas las areas de pastoral:
* Que surge de la vivencia del sacramento de la confirmación por el cual somos enriquecidos con el Espirítu Santo para ser testigos de Cristo y extender y defender la fe con obras y palabras. (Catecismo de la Iglesia No. 1285).
* Que sea un elemento integrante de la evangelización. (Catechesi Tradendae No. 18).
* Que no es monólogo sino al contrario, pues establece las bases para un sano diálogo. (Cfr. La Iglesia y las sectas ¿pesadilla o reto? Pag. 269 P. Flaviano Amatulli).
* Que al mismo tiempo que fortalece la identidad del católico está abierta a los valores y elementos de santidad existentes fuera del ámbito eclesial visible (Unitatis Redintegratio No. 3).
* Que no está ni contra las sectas ni con ellas. Mas bien busca instruir con serenidad sobre las características y diferencias de las diversas sectas y sobre las respuestas a las injustas acusaciones contra la Iglesia. (Cfr. Documento de Santo Domingo CELAM No. 146).
* Que se injerta como una disciplina mas dentro del conjunto teológico. (Pastores Dabo Vobis No. 51).
* Renovación de la Apologética que no busca pelear o condenar sino fortalecer la fe del católico capacitándolo a dar razones de su esperanza. (Cfr. El compromiso pastoral de la Iglesia frente a las sectas. Comisión doctrinal de la Conferencia del episcopado mexicano No. 55; 1 Pe 3,15).
* Que no es antagónica con el ecumenismo, sino que se complementa con el mismo. (Cfr. Apologética y Ecumenismo. Dos caras de la misma moneda. P. Flaviano Amatulli).
* Que no solamente ve el error en el otro, sino que al mismo tiempo se autocritica y descubre en el otro los signos de los tiempos. (Ut Unum Sint No. 34).
* Que une el valor del testimonio con la necesidad del anuncio explícito del Evangelio. (Evangelii Nuntiandi No. 22).
* Que defiende y promueve a la vez la riqueza espiritual que el Señor nos dejó pues sólo en la Iglesia católica se encuentra la plenitud de los medios de salvación establecidos por Jesucristo. ( Cfr. Sínodo de América No. 282).
* Que no es triunfalista sino un profético anuncio de una verdad que se propone y penetra por la misma fuerza de la verdad con suavidad y firmeza en el alma. (Ut Unum sint No. 3).
* Que desarrolla principalmente toda una labor de pastoral preventiva. (cfr. El compromiso pastoral de la Iglesia frente a las sectas. Comisión doctrinal de la Conferencia del episcopado mexicano No. 61 y 70).
*Que se complementa con el ecumenismo, pues entre ambas líneas de pastoral no hay oposición sino complementariedad. El Ecumenismo busca restablecer la Unidad con los que ya se apartaron (Unitatis Redintegratio) y la Apologética busca preservar la unidad de los que todavía están en la Iglesia (Unitatis Praeservatio).
Es esta la Nueva Apologética que estamos proponiendo y promoviendo, en consonancia con el magisterio de la Iglesia.
“Una sola es la entrada a la vida y una la salida” (Sabiduría 7, 6)
“Los hombres mueren una sola vez y después viene para ellos el Juicio”:
(San Pablo a Hebreos 9, 27)
“los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación”
(Juan 5, 28-29)
Nuestra esperanza no está en re-encarnar ¡NUESTRA ESPERANZA ES RESUCITAR!
La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana y su celebración es la fiesta más grande del Año Litúrgico, pues El “fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra santificación” (Rom. 4, 25) “para sentarnos con El en los cielos” (Ef. 2, 6).
Así, la Resurrección de Cristo nos anuncia nuestra salvación: ser santificados por El para poder llegar al Cielo. Y además nos anuncia nuestra propia resurrección: “el que cree en Mí tendrá vida eterna: y yo lo resucitaré en el último día” (Jn. 6, 40).
Sí. Resucitaremos como El resucitó. Su Resurrección es primicia de la nuestra. El nos resucitará a una resurrección de vida ... si hemos obrado bien. (cfr. Jn. 5, 29)
Nuestra esperanza no está en volver a nacer, en que nuestra alma reaparezca en otro cuerpo que no es el propio, como se nos trata de convencer con el mito de la re-encarnación.
Sabemos por la Sagrada Escritura que esto no es posible, pues dice San Pablo: “los hombres mueren una sola vez y después viene para ellos el juicio” (Hb. 9, 27). Y el Libro de la Sabiduría también nos habla al respecto: “Una es la entrada a la vida y una la salida” (Sb. 7, 6).
Pero, aparte de estar negada en la Biblia y de haber sido condenada como herejía por la Iglesia ya desde el año 325 en el Concilio de Nicea, el mito de la re-encarnación niega mi identidad como persona: ¿Quién soy? ¿Soy quien supuestamente fui o soy quien seré en un futuro ... o quien soy actualmente? Niega, además, mi libertad para escoger o rechazar la salvación que me brinda Cristo a través de Su Resurrección. También niega la resurrección que Jesucristo me ofrece para el último día. Y niega ... ¡tantas cosas!
La perspectiva de una vida futura volviendo a nacer dentro de un cuerpo imperfecto, decadente, mortal ... que además no es el mío, resulta vana frente a la esperanza de resucitar con un cuerpo bello, perfecto, inmortal ... como el de Jesucristo Resucitado ... para ser feliz eternamente.
Porque en esto consiste la verdadera esperanza: en saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo, para disfrutar por siempre del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inefable -inexplicable para el conocimiento humano- ese sitio inimaginable que “ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó tiene Dios preparado para aquéllos que Le aman” (2a. Cor. 2, 9) ... y que desean ser salvados y resucitados por Jesucristo.
Son espíritus creados por Dios con gran inteligencia y voluntad. Viven felices en el cielo alabando y sirviendo a Dios.
2. ¿Qué misión tienen los ángeles respecto a los hombres?
Los ángeles nos prestan favores espirituales y materiales. Nos protegen y guían hacia el cielo. Cada persona tiene asignado un ángel custodio.
Los ángeles llevan mensajes de Dios a los hombres y de los hombres a Dios. El Señor a veces nos habla directamente, pero con frecuencia envía a sus ángeles. Por ejemplo, el ángel Gabriel fue a Nazaret, donde anunció a la Virgen María que iba a ser la Madre de Dios.
3. ¿Cómo hablar con los ángeles?
Sólo Dios lee nuestra inteligencia. Si queremos hablar con los ángeles es necesario dirigirse a ellos. Basta simplemente hablarles con el pensamiento.
4. ¿Es conveniente hablar con los ángeles?
Interesa mucho conversar y trabar amistad con las personas del cielo -ángeles y santos-. También es bueno pedirles favores y agradecerlos. En la vida espiritual siempre conviene ir acompañados.
5. ¿Cómo escuchar la voz de los ángeles?
La voz de los seres espirituales no llega a los oídos como las palabras de los seres materiales. Los ángeles hablan al pensamiento, y su voz se reconoce en los buenos deseos que se nos ocurren. Estas buenas ideas pueden ser voz de Dios o nuestros propios pensamientos -a veces un juicio de conciencia-, pero también la voz de los ángeles.
6. ¿Los ángeles custodios nos protegen de todo?
No, no. Principalmente intentan ayudarnos en la vida espiritual y en las tentaciones. Pero no pueden impedir los pecados pues han de respetar la libertad humana. En cuanto a los males físicos, a menudo nos evitan algunos, pero no pueden suprimirlos todos pues esto sería cambiar el mundo. Llegamos así al problema del mal.
La falsa conciencia sobre nuestros errores como catolicos...
jueves, 18 de diciembre de 2014
Posted by Cristhian
Y es que
normalmente los católicos solemos andar bastante desinformados de las cosas de
nuestra propia iglesia y en consecuencia aceptamos todas las bofetadas que nos
sueltan, encima convencidos de que nos las merecemos. Pues no. Ni mucho menos.
Lo que mejor hemos aprendido es a poner la otra mejilla, callar, y aguantar
todos los improperios. Pero se nos olvida que también el evangelio dice que “la
verdad os hará libres”, y hay que decir la verdad de las cosas, verdad por
cierto que no todos pueden escuchar con la misma alegría.
Llevamos toda la vida aguantando la historia de las cruzadas y la inquisición.
De las cruzadas sólo una cosa diré: que nosotros estábamos primero, que el
islam nos echó de allí y no pacíficamente, y que las cruzadas no eran otra cosa
que recuperar lo que nos robaron y garantizar a los peregrinos el acceso a los
santos lugares. Es decir, estás tan tranquilito en los Santos lugares, viene el
islam y conquista lo que es tuyo, y cuando decides recuperar lo que te es
propio, encima el malo eres tú. ¿Que se recuperó con sangre? Claro. Es que las
cosas se hacían así. A mandobles. Sobre todo porque cuando al morito le decías
que se vaya usted que esto era mío, el morito no sólo no se iba sino que si
podía te rebanaba el gaznate con la cimitarra. Cosas que pasaban.
Llevamos toda la vida aguantando los supuestos muertos de la inquisición.
¿Cuántos en toda Europa? 10.000? 20.000? 30.000? 50.000? Estudios muy serios
afirman que en España, entre 1540 y 1700, murieron víctimas de la hoguera nada
menos que 59 personas. Pero es igual, aunque fueran cien veces más. Los más
discretos calculan en cinco millones las víctimas de la represión de Stalin, de
las cuales 1.500.000 fueron ejecuciones directas. Y en cuatro días como el que
dice. ¿Y a estas alturas van a venir el ateísmo militante, los agnósticos, a
llamarnos asesinos a nosotros?
Nos faltan formación e información. Nos falta saber decir las cosas como son.
Por ejemplo, que las víctimas del ateísmo en el mundo superan todo lo
inimaginable y sin necesidad de salir del siglo XX.
Necesitamos formarnos y conocer las cosas. Tener argumentos. Si lo que uno
escribe a alguien le sirve para estas cosas, o nos anima a formarnos e
informarnos mejor, pues bendito sea Dios.
Por Jorge de Profesion, Cura.