Posted by : Cristhian
miércoles, 21 de enero de 2015
Es difícil recordar en que momento aprendí a hacer la Señal de la Cruz, pero desde niño sentí que era algo de un gran significado, mi madre me la hacía al dormir, luego también aprendí que era el rito inicial al salir de casa al iniciar la mañana, y que al pasar frente a la Iglesia, había que hacerla, y cuando asistíamos a Misa, estaba pendiente de los momentos y situaciones en las cual había que repetirla.
Encomendémonos a Dios, es lo que recuerdo que me enseñaban mis padres, y al preguntar por que, porque así le hacíamos encargo a Dios para que nos cuide.
Ponerse en manos del Señor con la señal de la cruz, al comienzo de algo, significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz, en ella murió Nuestro Señor Jesucristo para alcanzarnos la salvación eterna. Así, la cruz se ha convertido en signo de esperanza.
En efecto, los cristianos comenzamos por la mañana nuestra diaria jornada con nuestra señal de la cruz, todas nuestras oraciones, muchas de nuestras reflexiones son seguidas de la señal de la cruz, persignarse es nuestra acción más significativa, no podemos comenzar ninguna otra oración sin antes hacer la señal, “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Este movimiento de la mano que hacemos como recuerdo en lugar que murió Jesucristo, nos consagra, esto es hacer sagrada nuestra vida, nos da fortaleza, nos permite no caer en la tentación, nos permite salir de las dificultades, nos entrega paz, nos calma.
Entonces santiguarse es la primera oración, la más bella de todo cristiano, la más significativa, en ella reconocemos a la Santísima Trinidad.
Nuestro Señor dijo a los apóstoles. “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” [Mateo 28:19]
San Pablo nos dice que cualquier cosa que hagamos siempre deberíamos de hacerla en el nombre de Jesús para la Gloria de Dios el Padre. [Colosenses 3:17].
Nuestra Iglesia fundada por Cristo, por tradición ha adoptado la señal de la cruz para que sea hecho como un signo de consagración a Jesús, este signo es usado en todos los Sacramentos, pero es también usado por cualquiera que reconozca a Dios como la Santísima Trinidad que recuerde que Jesús murió por nuestro pecados en la cruz.
Con la señal de cruz nos bendecimos a nosotros mismos cuando comenzamos cualquier cosa en la Presencia de Dios, bendecirnos a nuestras familias, a nuestros hijos, a nuestros hermanos y amigos.
En este signo visible del cristianismo hay mucho poder, el derrota todo mal, en el nos refugiamos, y es una gran bendición cuando lo recibimos al final de la celebración eucarística, del Vicario de Cristo, de un sacerdote, o en la unción.
La señal de la cruz, la utilizamos todos, sacerdotes consagrados y seglares, para todos es un beneficio y todos nos aparamos y nos beneficiamos de ella, solo debe hacerse con el máximo respeto, por que en ella reconocemos la presencia de Dios.
Cada vez que recordemos a Jesús, cada vez que deseemos agradecer a Nuestro Señor sus enseñanzas, su evangelio, su muerte en la cruz para redimirnos, hacemos este sencillo rito, y luego meditamos un instante, y le pedimos a El su protección.
También con esta señal, invocamos la Santísima Trinidad que es el nombre triple y santo de Dios.
No olvidemos hacer esta bendición con meditación y reverencia, puesto que esta es una puerta rápida a la Presencia de Dios.
Usemos la señal de cruz llamando a Dios para que bendiga nuestros trabajos y nuestro que hacer diario.
También es una oración de exorcismo, cuando hacemos la señal de la cruz nosotros atacamos al demonio, el siente temor de la memoria de Jesús el Hijo del Dios vivo quien consiguió su mas grande victoria sobre el pecado y la muerte, y quien le aplasta su cabeza a través de los crueles sufrimientos y el martirio de la cruz.
También al mover las manos sobre nosotros le pedimos a Jesús que entre en nuestro corazón, que nos limpie el alma y destruya y aleje en ella el pecado.
Descubramos la grandeza de esta sencilla y gran oración, que nos invita a hablar con Dios, ella es el inicio de toda conversación con El, la podemos hacer en cualquier circunstancias, especialmente para comenzar a contarle nuestra necesidad de El, nuestras aflicciones, nuestros pesares, nuestras solicitudes de ayuda y amparo.
Sepamos agradecer y reconocer al Señor con esta señal lo que hace por nosotros, lo que hemos logrado con su ayuda.
Elevemos con la señal de la cruz nuestra alma a Dios, a cada petición de alguna necesidad nuestra, la a hacemos con amor y sin ninguna vergüenza.
La señal de la cruz no hace reconocer cuales son nuestra limitaciones y nuestra dependencia de quien venimos, de quien somos y hacia donde vamos, esto es a Dios.
Santiguarse es abandonarse a Dios con toda confianza.
Persignarse es el humilde reconocimiento de que nos ponemos en manos de quien por amor nos dio la vida.
Hagamos de la señal de la cruz un signo de respeto, utilicémosla para pedir lo bueno para nuestra alma, para nuestra salvación, para comunicar nuestro amor al Señor, evitemos utilizarla para un fin distinto. En efecto al persignarnos comenzamos un diálogo con Dios, es elevación y adoración, es un tratamiento amistoso para pedir lo que nos conviene para nuestra paz interior y para nuestra salvación.
Ahora bien, podemos hacer la señal como una oración mental y contemplativa, con total recogimiento de los sentidos y un "silencio interior" a fin de nos permita escuchar mejor a Dios, así de esta forma independiente de la vista lo contemplamos con el alma.
Recibamos de Dios en nuestra alma un sentido recogimiento, una gran paz y sosiego con su presencia cada día al iniciarlo con la señal de la cruz y al ir al descanso nocturno la misma paz, para que nuestros sueños reciban la suavidad y la quietud de dormir en las manos del Señor
En el nombre del Padre, del Hijo y de Espíritu Santo, Amen