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¿Qué significa que Dios es Uno y Trino?

sábado, 29 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian


Significa que Dios es uno solo, pero que en Dios hay Tres Personas, distintas entre sí, que tampoco se reparten la única divinidad, sino que cada uno de ellas es enteramente Dios (cf. CIC 253-254).

Se trata del misterio de la Santísima Trinidad, misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de un solo Dios en tres Personas, misterio imposible de entender y de captar cabalmente, menos aún de explicar, pues se trata de la esencia misma de Dios. Y ésta es una verdad que sobrepasa infinitamente las capacidades intelectuales del ser humano.

Cuéntase que mientras San Agustín se encontraba en la playa preparándose para dar una enseñanza sobre el misterio de la Santísima Trinidad, vio a un niño tratando de vaciar el agua del mar en un hoyito que había hecho en la arena. Al preguntarle San Agustín qué estaba haciendo, el niño le respondió que estaba tratando de vaciar el mar en el hoyito, a lo que le contestó el Santo: “Pero, ¡estás tratando de hacer una cosa imposible!” Y el Niño le replicó: “No más imposible de lo que es para ti entender o explicar el misterio de la Santísima Trinidad”. Y con estas palabras el Niño desapareció.

Así es nuestro intelecto: tan limitado como es el hoyito para contener el agua del mar, sobre todo cuando trata de explicarse verdades infinitas como el misterio Trinitario.

Es por ello que el misterio de la Santísima Trinidad no puede ser conocido a menos de que Dios nos lo dé a conocer. Y Dios nos lo ha dado a conocer al revelarse como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo: Tres Personas distintas, pero un mismo Dios.

Sin embargo, lo importante de este misterio central de nuestra fe no es explicarlo, sino vivirlo. Y aquí en la tierra somos llamados a participar de la vida de Dios Trinitario (Dios Uno y Trino) de una manera velada, incompleta, pero en el Cielo podremos vivirlo a plenitud, porque veremos a Dios tal cual es.


Aunque las Tres Divinas Personas son inseparables en su ser y en su obrar, al Padre se le atribuye la Creación, al Hijo la Redención y al Espíritu Santo la Santificación. Es así como el Espíritu Santo en su obra de santificación en cada uno de nosotros, nos va haciendo cada vez más semejantes al Hijo, y el Hijo nos va revelando al Padre y nos va llevando a El. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquéllos a quienes el Hijo se los quiera dar a conocer” (Mt. 11, 27).



El primer dato referido a la Sábana, aparte de la cita de los cuatro Evangelios, lo encontramos en varias fuentes apócrifas cristianas, como el "Evangelio según los Hebreos", el "Evangelio de los Doce Apóstoles" y las "Actas de Pilato". En estos textos, más que la precisión histórica, nos interesa el hecho de que ya en la primera comunidad cristiana se diese una especial veneración a los lienzos sepulcrales de Jesús.

Existen por otra parte, multitud de lagunas en la historia de la Sábana y se han formulado las más diversas teorías sobre el itinerario que siguió el Sudario, desde su salida de Palestina hasta la posterior llegada a Occidente.

Vamos a sintetizarlas en dos hipótesis, basadas en documentos distintos; sólo a partir del siglo X tenemos ya una cierta seguridad sobre la trayectoria seguida por la Sábana.

Una primera teoría supone que el Sudario fue trasladado poco después de la resurrección del Señor a Edesa, hoy Urfa, en la actual Turquía central. En San Petersburgo se descubrió en 1878 un manuscrito siriaco del siglo VI íntegramente conservado, que era copia de otro texto más antiguo, de los archivos reales de Edesa. Narra una antigua historia sobre el rey Abgar IV (9-46 d.C.), el cual oyó hablar sobre el Profeta de Jerusalén y quiso ofrecerle asilo, para protegerlo de los judíos, en su ciudad. Le envió un embajador; pero al llegar éste a Palestina se encontró con que ya había muerto. Regresó entonces con la efigie del Profeta extraña y milagrosamente estampada sobre un lienzo de lino. El rey Abgar, leproso y muy enfermo, se curó al contacto con ella. Es importante destacar que en Edesa se fundó la primera Iglesia reconocida oficialmente por un Estado en el mundo (170 d.C.).

Sin embargo no se tiene noticia alguna de los cinco primeros siglos de permanencia del Sudario en Edesa, después de la legendaria historia del rey Abgar. Ante esta laguna surge una leyenda que sostiene que el sucesor de éste, Abgar V, inició una persecución contra los cristianos de Edesa, cuyo obispo ocultó la imagen en un nicho de la muralla. Esto ocurría el año 57; la imagen fue completamente olvidada. El año 544 los persas de Cosroes I sitiaron la ciudad y fue entonces cuando se encontró milagrosamente el Lienzo en la muralla. tras el hallazgo, fueron destruidas las máquinas de guerras persas y los sitiadores derrotados, atribuyéndose al Lienzo la victoria. 

Volviendo a Palestina, es interesante señalar que una monja de la Hispania romana, Etheria, llegó a Jerusalén el 28 de marzo del 381, residiendo en Tierra Santa más de tres años. Nos ha dejado interesantes anotaciones históricas y litúrgicas sobre su estancia, entre las que no aparece ninguna referencia al Sudario, a pesar de haber vivido tres Semanas Santas en Jerusalén. Más aún; en ese mismo viaje visitó también Edesa, lo cual sería absurdo si en esa ciudad no se hallase un objeto de veneración muy particular. Etheria afirma además que penetró en Edesa por la puerta por la que el Sudario había entrado en la ciudad.

El año 944 se trasladó el Sudario a Constantinopla, al ser conquistada Edesa. Nos consta que durante el asedio de esta ciudad, el emperador de Bizancio, Romano I Lecapene (920-944), reclamó la Sábana y los edesanos trataron de engañarlo con copias, "pero el Lienzo resultaba inimitable". A favor de esta hipótesis existe una miniatura de Skylitres (1081-1118) en la Biblioteca Nacional de Madrid, que reproduce la escena del emperador Lecapene besando la Sábana, extendida y con las dimensiones reales, al llegar ésta de Edesa a Constantinopla donde entró el 16 de agosto del 944. La llegada del Lienzo a esta ciudad en esta fecha viene respaldada por antiquísimos documentos que relatan el hecho; existen textos litúrgicos que narran como desde entonces se celebró cada año una solemnísima fiesta en ese día. Los bizantinos construyeron una Capilla, Santa María de Blanquerna, para custodiarla y venerarla.

Los Santos Padres también nos hablan del Sudario, entre ellos San Juan Damasceno. Existen multitud de escritos al respecto; como la carta escrita por San Braulio, arzobispo de Zaragoza, al abad Taio, refiriéndose al Lienzo.

Una segunda hipótesis supone que la Sábana permaneció en Palestina casi mil años, hasta su traslado a Constantinopla. 

Los testimonios de la presencia de la Síndone en Jerusalén, durante los primeros 4 siglos son solamente indirectos, pues al tratarse de un objeto comprometido y al no gozar de plena libertad la Iglesia en el Medio Oriente, suponía exponerla a la destrucción, ya que se estaban vulnerando preceptos religiosos (impureza legal), teológicos (naturaleza humana real o sólo aparente de Jesús) y jurídicos (violación de un sepulcro).

Solamente encontramos referencias indirectas en escritos apócrifos. Las Acta Philipi hablan de la Sábana como un tejido de lino que presenta las características de los othoni, y añade un leve reproche de Anás y Caifás a José de Arimatea, por haber utilizado un lienzo "puro" con aquel condenado a muerte, vulnerando así la ley judaica.

Es posible, por otra parte, que la Sábana fuera alejada de Jerusalén con motivo de las rebeliones y guerras judías de los años 70 y 132, para evitar su destrucción, siendo trasladada a Pella. Además, ninguno de los peregrinos que visitaron Jerusalén antes del Edicto de Milán (313) dejaron constancia de haber visto el Lienzo con la Impronta acheiropoieta (no hecha por mano humana).

Carecemos prácticamente de datos sobre el Sudario hasta el siglo VI, en el que recuperamos la pista jebusea por medio de dos insospechadas fuentes de investigación: dos narraciones sobre la medición de la longitud de la impronta. En el 537 el emperador Justiniano I quiso conocer la altura de Cristo. Años después aparece una alusión mensurable de la Sábana misma en cuanto a su longitud, con la explícita referencia de que se trataba del lienzo más grande que llevaba impresa la imagen del Señor. Estas mediciones las llevó a cabo el obispo de Periguenz, Arcaulfo, peregrino en Jerusalén el año 670. 

Del siglo IX tenemos noticia de que la custodiaban dos presbíteros y un diácono. En un elenco de reliquias de la Basílica constantiniana del Gólgota aparece también la Sindone, aunque tal relación está también atribuida por los historiadores al tesoro de Constantinopla. Es notable destacar que a inicios del siglo XI, bajo el funesto período de El Hakem, muchos objetos sagrados salieron de Jerusalén debido a la bárbara persecución que se originó. Los defensores de la tesis jebusea fechan entonces la salida de la Sábana a Constantinopla, lo cual es más que improbable, pues no se recoge tal afirmación en ningún documento conservado.

Ante esta contradicción entre ambas tesis, y como conclusión, parece prudente afirmar que la Sábana permaneció en Palestina durante algunos siglos, pues no se explica que los cristianos de Jerusalén regalasen un objeto tan precioso a un extraño, como lo era Abgar. Sostiene además el P. Manuel Solé, reputado sindonólogo, que posiblemente la escasez de datos en estos primeros siglos con referencia al Lienzo, se debe a que éste fue a parar en manos de una secta cristiana judaizante, los ebionitas, cuya mentalidad cabalgaba todavía entre el cristianismo y el judaísmo. Aunque veneraban la Sábana, seguía siendo ésta un lienzo mortuorio y por lo tanto impuro, por lo que la mantuvieron oculta en alguno de sus monasterios. Más tarde pasaría a los pagano-cristianos de Jerusalén (el obispo Arcaulfo, al que antes nos referimos, cuenta una ingenua historia de cómo ocurrió esto en el 667); de ellos llegó a Edesa. El cómo y el cuándo lo ignoramos, pero tal suposición viene confirmada por la palinología, como veremos más adelante. Una vez en Edesa, la Sábana pasa a Constantinopla.

A partir del siglo X, la presencia constantinopolitana de la Sábana es prácticamente segura. Los cruzados la veneraron en Constantinopla el año 1147, durante la 2ª Cruzada; así lo confirma Roberto de Clary, cronista de aquel periplo.

Hasta 1204, cada viernes era expuesta una Sábana en la iglesia de Santa Maria de Blanquerna en Constantinopla, la cual fue presentada en 1147 a la veneración del rey de Francia Ludovico VII y en 1171 a Aadamuri, rey de Jerusalén, por el emperador Manuel Comeno.

¿Cuándo y cómo salió de Constantinopla? 
Otro problema radica en determinar cuándo y cómo salió la Síndone de Constantinopla. También nos encontramos en este punto con dos hipótesis.

La primera sostiene que en 1247 todavía parece casi segura su permanencia, pues Balduino II, rey de Constantinopla envió a su primo san Luis IX de Francia partem Sudarii quo involutum Corpus eius fuit in sepulchro. El mismo Luis IX envió un pedazo al monasterio Vilziakicense, y otro en 1248 a la iglesia de Toledo, como regalo a su primo san Fernando, rey de Castilla, con estas palabras: De Syndone qua Corpus ipsius sepultum, qui thesauro imperii contantinopolitani suscepi. La historia sindónica del imperio latino de Constantinopla se cierra según esta teoría, en 1261, cuando era regente un miembro de la familia De Toucy, emparentada con la familia real francesa. Un conde de Charny, Godofredo I, emparentado a su vez con la familia de Toucy, fue estandarte en la afortunada batalla de Esmirna y pocos años después (1353) aparece como el poseedor de la venerada reliquia, otorgada como don por una victoria (¿Esmirna?). Ciertamente nos resulta un poco extraño que un objeto tan preciado por los emperadores orientales fuese donado tan generosamente por un servicio prestado. 

La otra hipótesis sobre la llegada a occidente del Sudario, se fecha en 1204, momento en el que se produce el saqueo de Constantinopla por los cruzados; esta teoría afirma que el jefe de la 4ª Cruzada, Otto de la Roche, la robó y la trajo a Occidente.

Esta teoría viene sostenida por una carta fechada el 1 de agosto de 1205, que el nieto del emperador Isaac II de Constantinopla, Teodoro Ángel, escribió al Papa Inocencio III, exigiendo su restitución.

Sea como sea, si la Sábana no hubiese llegado a Europa occidental habría resultado destruida en 1453, al ser conquistada y arrasada Constantinopla por los musulmanes.

En 1353, como antes afirmamos, consta ya con seguridad que la Sábana está en manos del duque Godofredo de Charny, en Lirey, el cual la dona como cumplimiento de un voto, el 20 de enero de 1353, al Capítulo de los canónigos de la Colegiata por él fundada en Troyes, después de ser liberado de los ingleses.

En 1452, con acta notarial, después de haber obtenido permiso con un Breve del Papa, la condesa Margarita la cedió a la duquesa Ana de luisagne esposa de Ludovico, duque de Saboya, a cambio del usufructo del castillo y tierras de Mirabel. En Marzo de este año la Sábana es trasladada a Chambery donde el duque de Saboya construyó una capilla, la cual sufrió en 1532 un extraño incendio en el que a punto estuvo de ser destruido el Lienzo, fundiéndose la urna de plata que lo contenía y dejando las ostensibles marcas que hoy nos muestra.

El 14 de septiembre de 1578 fiesta de la exaltación de la Cruz, conocido el voto de Carlos Borromeo, Arzobispo e Milán, de ir a pie a Chambery para dar gracias a Dios por librar a Milán de la peste, Enmanuel Filiberto envía la Sábana a Turín, para acortarle el viaje. Desde entonces el Lienzo permanece en Turín, donde Guarini edificó en 1694 la iglesia en la cual se conserva.

En 1983 el duque de Saboya Humberto II, heredero de la corona italiana, la regaló a la Santa Sede.


Siendo que en la cena del Señor se recuerda la muerte de Cristo, lo más apropiado es que el pan se coma ‘sin’ levadura. Muchas veces en la Biblia la levadura es tipo de pecado. Cuando en el Antiguo Pacto el pueblo de Israel en Egipto comía la cena de la Pascua (Éxodo 12:18) de lo cual la Santa Cena es su contraparte en el Nuevo Pacto, lo hacían con panes sin levadura. Por cierto, era un pecado grave participar de la cena con panes leudados. Por eso nosotros también debemos de comer la cena con panes sin levadura. No solamente la ‘levadura’ muestra la carencia de pecado que había en el cuerpo de Cristo (lo cual simboliza el pan de la Santa Cena) sino que también debemos nosotros presentarnos “sin levadura”, es decir ‘sin pecado’ para comer la Santa Cena: 

1 Corintios 5: 7-8 

7 Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. 8 Por tanto, celebremos la fiesta no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad. 

Los panes sin levadura para las ceremonias de Santa Cena pueden ser conseguidos en muchas librerías Cristianas, pero si no lo encuentran, lo pueden conseguir en las tiendas de panes judíos o puede ser preparado por alguna hermana de la congregación. (07-12-07)


Como duele perdonar - Reflexion

viernes, 28 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian



P. Joel Santos M.msp.

Era tarde, Fernando y Mónica platicaban dentro del coche, inquieto y preocupado tomó la palabra: "Sabes, mi amor, conviene que antes de formar nuestro matrimonio platiquemos sobre nuestro pasado para que no sea motivo de pleitos y reclamos en un futuro. Te pido que seas sincera, tú sabes que te amo y nada me va hacer cambiar de opinión, Yo por mi cuenta seré franco". Ella no dudó y con mucha confianza accedió a la petición de su prometido. Hizo una profunda pausa y comenzó a hablar; "Primero quiero decirte que no soy virgen. Antes de conocerte tuve algunas experiencias sexuales con algunas personas, "ella guardó silencio". Él escondió la cabeza en su decepción y dolor. ¡"Créeme que lo hacía porque necesitaba sentirme amada; Sentir que a alguien le importaba"! ¡No tengo mas pasado que éste y me da vergüenza! ¡Pero ahora que te tengo a ti me siento amada, segura, protegida, apreciada! Tú me has devuelto el valor y el sentido de las cosas. ¡Te amo tanto que no estoy dispuesta a renunciar a tu amor, a tus detalles, a tu paciencia!…Conforme continuaba hablando, el pensamiento de Fernando se perdía imaginando a su amada en brazos de otros. Su corazón comenzó a hacerse más humano: a transformar su sentimientos en algo que no lo iba de dejar descansar jamas. ¡Cállate! Interrumpió Fernando: "no quiero escuchar más".

El despido fue frío. Su amor hacia ella comenzaba a transformarse. De regreso a casa la cabeza del joven era toda una confusión. El recuerdo de las palabras le martillaban el corazón. Lo atormentaban, le causaban un dolor que con el tiempo se llegaría a convertir en un odio profundo contra Mónica 

Meses después, la vida de Fernando se hundió; la paz de su corazón se disipó: ya nada tenía sentido; la decepción había matado toda esperanza. El amor se había convertido en enemigo del corazón. 

Para no volver a sufrir, su corazón amargado y endurecido se prometió no volver a amar. Por más que Fernando luchaba, por perdonar, su corazón permanecía frío, mudo, inaccesible. Por mas que expone su corazón, como una planta friolenta, a las caricias del sol; aunque lo riega con la suave ternura de la lluvia y lo alimenta con una presencia cálida, todo es imposible.

Como a un niño inquieto y corajudo, lo abraza, lo convierte, le cuenta historias de amores que han revivido a la felicidad, pero todo es inútil, su silencio es la respuesta.

Fernando ha luchado contra el odio. A veces siente que su corazón le cree, se abre tímido y temeroso, y asustado vacila entre el deseo de amar de nuevo y la necesidad de proteger su orgullo herido. Después se permite llorar. Aborda su decepción y humillación. El recuerdo es un aguijón que ataca y desaparece. Su corazón ha renunciado a perdonar.

¿Es posible el perdón en nuestro ambiente secularizado? Sí, basta acercarse a algunos hombres que lo han logrado.

El perdón es una necesidad en nuestro tiempo. La imperiosa necesidad que tenemos de él surge del hecho de que nadie está libre de heridas, como consecuencia de frustraciones, decepciones, penas de amor, traiciones… Las dificultadas de vivir en sociedad se encuentran por doquier. Conflictos en las parejas, entre familia, personas divorciadas, patrones y empleados, etc., y todos tienen algún día necesidad de perdonar para establecer la paz y seguridad viviendo juntos.

Para descubrir la plena importancia del perdón en las relaciones humanas, intentemos imaginar cómo sería un mundo sin él.Estaríamos condenados a perpetuar en nosotros mismos y en los demás el daño sufrido.

Cuando lesionan nuestra integridad física, moral o espiritual, algo sustancial que ocurre en nosotros. Una parte de nuestro ser se ve afectada, lastimada, incluso mancillada, como si la maldad del agresor hubiera alcanzado nuestro yo íntimo. Nos sentimos inclinados a imitar a nuestro agresor como si un virus contagioso nos hubiese infectado.

Quién ha sido maltratado determinará no dejarse maltratar más. Estará a la defensiva y todos serán de su desconfianza.

A vivir con el sentimiento.

Vivir irritado, incluso inconscientemente, exige mucha energía y mantiene en una tensión constante. El resentimiento y la hostilidad se instalan de manera estable como actitud defensiva siempre alerta contra cualquier ataque real o imaginario. El odio es una ocupación de tiempo completo.

A permanecer aferrados al pasado.

La persona que no quiere o no puede perdonar, como en el caso de Fernando, difícilmente logra vivir el momento presente. Aferrarse al pasado es la condena a malograr su presente, además de bloquear su futuro.

Ante la incapacidad de perdonar, la vida se paraliza. El recuerdo del pasado vuelve a su antiguo sufrimiento. El momento presente pasa inútilmente, sin felicidad; la posible alegría de las relaciones personales se desvanece. El futuro se cierra y es amenazador.

A desear la venganza.

Una vida sin perdón no ofrece nada gratificaste. La venganza ¿es la solución?.

Se trata, sin duda de la respuesta a la agresión recibida; sin embargo, intentar compensar el propio sufrimiento compartiéndoselo al agresor, a nadie ha hecho feliz. La obsesión revanchismo no contribuye a nada a sanar las heridas del ofendido, por el contrario, la agrava. 

Por otra parte, el no vengarse es el primer paso importante y decisivo para emprender el camino del perdón, es el punto de partida de cualquier perdón verdadero.

¿Qué es el odio?

Es en principio una aversión; por lo tanto, es posible odiar cosas y personas. El odio es una cólera disfrazada que supura una herida mal curada; es un resentimiento; es un sinónimo de destruir, de no perdonar; es una pasión que consume a quien lo profesa.

Odiar es lo más sencillo, donde no se necesita maestro; es una ocupación de tiempo completo.

Esta aversión es generada comúnmente por el dolor, la impotencia, el rencor resultante de la violencia, injusticia, la ofensa, la agresión, la mentira, etc.

Toda ofensa provoca confusión y pánico. La apacible armonía de la persona herida se ve trastornada; su tranquilidad perturbada; su integridad interior amenazada. Sus deficiencias personales, hasta entonces escondidas, afloran de reprende; sus ideales, por no decir sus ilusiones de tolerancia y de generosidad se ponen a prueba. La sombra de su personalidad emerge; las emociones, que se creían bien controladas, enloquecen y se desencadenan. Ante esta confusión, la persona se siente impotente y humillada. Su mente es gobernada por el rencor, un verdugo ha entrado en su organismo; su fecilidad se aleja, las relaciones, afectuosas comienzan a agriarse, lo que se amó pasa a formar parte del ayer; Se desvirtúa la imagen de Dios; se reduce la escala de valores en las relaciones sociales; Nacen los deseos de destruir y las viejas heridas mal curadas suman sus voces a una sola voz.


Perdonar no es olvidar.

Cuantas veces hemos oído frases como éstas: "No puedo perdonarte, porque no puedo olvidar", o también "olvidado todo", esta manera de hablar y de actuar es un callejón sin salida para el corazón maltratado.

Si perdonar significa olvidar, ¿qué ocurriría con las personas dotas de una excelente memoria? El perdón les sería inaccesible. Por lo tanto, el proceso del perdón exige una memoria y una conciencia lúcida de las ofensa; si no, no es posible la cirugía del corazón.

La prueba del perdón no es el olvido; el perdón ayuda a la memoria a sanar; la herida poco a poco va cicatrizando; el recuerdo de la ofensa ya no inflige dolor. Una memoria curada se libera y puede emplearse en actividades distintas del recuerdo deprimente de la ofensa.

Las personas que afirman "Perdono pero no olvido", han comprendido que el perdón no exige amnesia.

Perdonar no es sólo un acto de la voluntad.

Algunos ven el perdón como una fórmula mágica apta para corregir todas las ofensas. El perdón lo reducen a un simple acto de la voluntad capaz de resolver todos los conflictos de un modo instantáneo. Muchas personas dicen:

"Cuando me lo proponga lo voy a olvidar todo" "cuando yo lo quiera lo voy a perdonar", "a mí nadie me roba la paz, basta que me lo proponga", etc. Este tipo de perdón es muy superficial. Lo pronuncian los labios pero no el corazón, sirve para calmar la conciencia, la ansiedad, pero no cura de raíz.

Por supuesto que la voluntad representa un papel importante, pero no realiza el trabajo del perdón por sí solo. Para el perdón se movilizan todas las facultades; la sensibilidad, el corazón, la inteligencia, el juicio, la imaginación, la fe, etc.

Perdonar no puede ser una obligación.

El perdón o es libre o no existe,. Es un acto sublime de generosidad. Hay algunos que sienten la gran tentación de obligar a la gente a perdonar libremente: "hay que perdonar", "se debe perdonar a los demás", etc…Pensar así es crear un debate interior entre la voluntad de perdonar contra las reticencias de los sentimientos y las emociones, que también exigen ser escuchados.

Reducir el perdón, como cualquier otra práctica espiritual, a una obligación moral es contraproducente, porque, al hacerlo, el perdón pierde carácter gratuito y espontáneo. Es más eficaz convertir el corazón, hacerlo mas humano, ya que el corazón no miente y es lo más sincero que tenemos.

Las grandes paradojas del perdón .

-Es fácil, pero a menudo inaccesible; 

-Disponible, pero con frecuencia olvidado; primero y a veces ultimo para resolver problemas; 

-liberador para uno, humillante para el otro;

-esta en todos los labios y, sin embargo, mal comprendido; 

-agregado en la razón, pero lejano del corazón;

-vital para los humanos, pero a menudo tímido;

-otorgado al alma y, sin embargo amenazador;

-misterioso y, no obstante, cotidiano;

-tan divino y a la vez tan humano, pero muy doloroso;

-siempre necesario, nunca opcional;

-un sí al amor y un no al odio;

-gloria para algunos, calvario para otros;

-cielo e infierno;

-es poder del humilde y debilidad del soberbio;

-es don de Dios que mendiga los corazones de los hombres.


Como perdonar.

El perdón se integra simultáneamente en dos universos: el humano y el divino; es importante respetar estos dos componentes para articularlos bien, pues, de no hacerlo así, se corre el riesgo de amputar el perdón en uno de sus elementos esenciales. El perdón constituye el único vínculo posible entre los hombres y Dios.

1. El universo divino.

Perdonar significa dar en plenitud; llevar el amor hasta el extremo a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Para dar este paso se requieren fuerzas espirituales que superen las fuerzas humanas. En el perdón todo es cuestión de amor. Así es, quien verdaderamente ama, ni siquiera tiene que perdonar porque el amor verdadero desconoce el resentimiento. No perdonar equivale a crear un universo sin Dios.

No cabe duda que Dios es el autor intelectual y práctico del perdón, el cual ha convertido este gusto en un don gratuito para todo hombre que quiere forjarse un futuro. Renunciar a la voluntad de perdonar es cerrar mente, corazón y cuerpo a la acción de Dios.

El perdón de Dios se hace discreto, humilde, incluso silencioso. No depende de la sensibilidad ni de la emotividad, sino que emerge desde el ser y del corazón animado por el espíritu. Goza de algo único que no tiene nada en común con el sentimiento.

El perdón es Dios mismo; es el Padre misericordioso del hijo pródigo; es el amor en su pura gratuidad; es el papá que allí donde los hijos engendran muerte, hace surgir la vida con el perdón.

Dios es y será la fuente primera y última del perdón autentico, pero el perdón no acontece sin la cooperación humana.

2.El universo humano.

El perdón se sitúa en el tiempo y tiene sus períodos largos y cortos; implica un antes, un durante y un después.

Perdonar requiere una multitud de condiciones; tiempo paciencia consigo mismo, moderación, prudencia y perseverancia en la decisión de llegar hasta el final.

El perdón comienza con la decisión de no vengarse; "si quieres ser feliz un instante: véngate. Si quieres ser feliz toda la vida: perdona".

El perdón requiere una introspección; una conversión interior, una peregrinación al corazón; una iniciación al amor hacia los enemigos. Perdonar para liberar en uno la fuerza del amor.

El perdón requiere una búsqueda de una visión nueva de las relaciones humanas. El perdón no es el olvido del pasado, sino la posibilidad de un futuro distinto del impuesto por el pasado o por la memoria.

Para perdonar es indispensable seguir creyendo en la dignidad de aquél o aquélla que nos ha herido o traicionado. Las amistades renovadas exigen mas cuidado que las que nunca se han roto.

Perdonar no sólo supone liberarse del peso del dolor, sino también liberar al otro del juicio malintencionado y severo que de él nos hemos formado.

El perdón es liberación. Renueva devuelve la alegría y la libertad a quienes estaban oprimidos pon el peso de la culpabilidad.

Perdonar es un gesto de confianza hacia un ser humano; es un acto de amor hacia el pecador, al que no queremos cerrar definitivamente el futuro.

El perdón es un derecho del corazón herido y de la mente perturbada por el odio.

P. Joel Santos M.msp.

Cuando Pedro le pregunto a N.S. Jesucristo cuantas veces tengo que perdonar le contesto hasta setenta veces siete. (Lo que es lo mismo que siempre)

¡Perdona y serás feliz!.


¿Murió Dios en la Cruz?

jueves, 27 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian


Si reconocemos que Jesús murió en la cruz y que El es Dios,  ¿Podemos decir que Dios murió en la cruz?
Si, es correcto decir que Dios murió en la cruz.  Pero hay que entender bien para no caer en el error de pensar que Dios dejó de existir o fué disminuido.


La Iglesia enseña que "la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad" -Catecismo #470

La segunda persona de la Trinidad asumió la naturaleza humana de manera que todo lo que le ocurre a Jesús (nacer, sufrir, morir, etc) se le atribuye a su persona que es divina. Hay una verdadera unión. Así lo enseña el Catecismo: 

"... todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto... no solamente los milagros sino también los sufrimientos y la misma muerte" Catecismo #468. 

Ejemplo: Jesús nace de María, por lo tanto Dios nació de María. Por eso ella es Madre de Dios. Sabemos que Dios existe eternamente y no comienza a existir hace 2000 años. Pero si comienza a ser hombre hace 2000 años.

Igualmente la Iglesia enseña que Jesús murió en la cruz y como la persona de Jesús es divina, Dios murió en la cruz.


"Oh Cristo Dios, que por tu muerte has aplastado la muerte" (Tropario, citado en el Catecismo # 469)

Cuando muere el hombre decimos que muere la persona. No quiere decir eso que la persona deja de existir, sino que llega el fin de la vida terrenal. El error está en equiparar morir con dejar de existir.


Mormones "Iglesia de Jesucristo de los santos del último día"

miércoles, 26 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian



Comúnmente se conoce como mormones a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día. A pesar de su explícita referencia a Jesucristo, su doctrina politeísta y su concepción de un proceso evolutivo entre Dios y el hombre se diferencia esencialmente de las creencias de las iglesias cristianas.

Desarrollo histórico

La Iglesia de los Santos del Último Día fue fundada en el estado de Nueva York por Joseph Smith, hijo, en 1830. Según su propio testimonio, Smith, guiado por una revelación del ángel Moroni, encontró y tradujo en 1827 el Libro de Mormón, que constituye el principal texto sagrado de la secta. Este libro contaba cómo las tribus de Israel emigraron a América siglos antes del nacimiento de Cristo y vivieron experiencias semejantes a las narradas en la Biblia.

Habiendo emigrado a Kirtland, Ohio, donde se le unió el predicador Sidney Rigdon, Smith fundó una sociedad de tipo colectivista que se extendió también a Missouri. La instalación de los mormones, con sus peculiaridades y su acantonamiento grupal, provocó la hostilidad de sus vecinos, quienes emplumaron al profeta y destruyeron las propiedades de la comunidad. Sin embargo, a pesar del rechazo exterior, de las rivalidades internas, del incumplimiento de algunas profecías, y de algunos fracasos económicos, los mormones se desarrollaron rápidamente. Expulsados de Missouri, donde Smith había considerado a la ciudad de Independence como la nueva Sión, fundaron en Illinois una nueva ciudad, Nauvoo, cuyo gobierno asumió el mismo Smith. Nuevamente, las rivalidades internas y las hostilidades externas provocaron una intervención militar que terminó con el linchamiento de Smith en junio de 1844.

A la muerte de Smith se produjo la división entre sus seguidores. La mayoría siguió a Brigham Young, quien fundó Salt Lake City, en Utah, en 1846. Young promovió la expansión misionera, principalmente en el Reino Unido y en Escandinavia, y estableció la poligamia en 1852. Sus pretensiones de organizar una autonomía teocrática lo llevaron a un enfrentamiento con el gobierno del presidente James Buchanan; la guerra de Utah, en 1857, significó el fin del dominio mormón en la región. En 1890 la iglesia renunció a la poIigamia.

Una minoría había permanecido en lowa y en Illinois tras la muerte de Smith junto con su primera esposa y su hijo Joseph Smith III. Este grupo fundó en Independence la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos del Último Día en 1852. Otros grupos se disgregaron igualmente bajo la presidencia de alguno de los primeros discípulos de Smith.

Escrituras sagradas y doctrina

El Libro de Mormón, presentado por Smith en 1830, es la principal obra sagrada. Los mormones aceptan la Biblia, pero en la versión de su fundador, que incorporó sus propias profecías. El libro de las Doctrinas y alianzas (1835) es una selección de las revelaciones a Smith, a las que se añadieron las revelaciones a Young y el decreto de abolición de la poligamia. El Libro de Abraham y el Libro de Moisés, dados a conocer por Smith, han sido reconocidos por los expertos como traducciones de textos funerarios egipcios.

La divergencia esencial entre la doctrina de los mormones y las creencias cristianas consiste, como queda dicho, en su politeísmo, en la concepción de Dios como evolución del hombre y en la creencia en la posibilidad de los hombres de llegar a ser dioses. Cristo habría venido a la Tierra para la salvación de los hombres, pero el futuro de éstos depende de las obras de cada uno. La salvación se produce mediante la fe y la obediencia a la iglesia. La vuelta de Cristo inauguraría la primera resurrección y el milenio de su reinado en la tierra, en el que emprendería la "labor del templo" y se realizaría el bautismo en nombre de los muertos; después se produciría una segunda resurrección.

En sus normas de conducta, los mormones practican cierto rigorismo (prohibición del alcohol, el tabaco, el té y el café) y una ética de trabajo y actividad mercantil, cívica y asistencial, pero al mismo tiempo alientan valores culturales como la educación, el deporte, el baile y otras diversiones. El culto se realiza en parte de modo público, pero también en forma secreta con rituales que Smith tomó de la masonería.

La estructura eclesial combina también el igualitarismo con una estricta jerarquía: un presidente con dos consejeros, el consejo de los doce apóstoles, el consejo de los setenta discípulos (para las misiones), obispos y patriarcas, pero también una conferencia general que queda abierta para todos los mormones.

Las persecuciones, las décadas de poligamia y el bautismo en nombre de los antepasados han afianzado la identidad de los mormones. Su organización religiosa y civil, su disciplina y su laboriosidad han facilitado la difusión y la prosperidad de las comunidades mormonas.


El culto a la santa muerte

martes, 25 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian



Por Jorge Luis Zarazúa Campa

Tomado de www.periodismocatolico.com

Se trata de una de las supersticiones más difundidas en México. He aquí algunos elementos que nos pueden ayudar a entender su difusión y a estar mejor informados para orientar a los desprevenidos.

Un culto muy extendido

El culto a la Santa Muerte parece estar de moda. En los puestos de periódicos es fácil encontrar folletos y revistas, que se ocupan de promover la «devoción» a la Santísima Muerte, como le llaman afectuosamente sus devotos.

Sus imágenes y todo lo relacionado con esta «devoción» pueden conseguirse con suma facilidad en las tiendas esotéricas y en los mercados populares.
Tanto se ha extendido su culto que muchos católicos la consideran un santo más de la Iglesia católica, tal vez porque sus promotores se encargan de difundirla con estas características, precisamente para atraer a los desprevenidos católicos. No falta algún católico «despistado» que lleva a bendecir la imagen al templo parroquial.

Un origen incierto

El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos promotores. Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico, que sobrevivió a pesar de la oposición de la Iglesia católica.

Según los que promueven esta «devoción», se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos. Esta divinidad prehispánica se asemeja al dios maya Ah Duch, al que solía representársele como un cuerpo putrefacto con una cabeza casi calavérica adornada con campanas y collares de huesos y plumas.

A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o al menos su cabeza es una calavera. Los aztecas, con el fin de tener aplacado a Mictlantecuhtli, le enviaban regalos suntuosos, entre los que no faltaban pieles de hombres desollados para que cubriera sus huesos descarnados.
Otros difusores de este tétrico culto lo consideran de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, aunque esta teoría es poco consistente.

Otros más aseguran que en el siglo XIX, sin llegar nunca a precisar la fecha exacta, la Santa Muerte se le apareció en una visión a un brujo chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda. A partir de allí, su culto se ha difundido tanto que encontramos comunidades en Internet que propagan esta devoción.

Idolatría y credulidad

Para ayuda de los católicos, conviene señalar que esta falsa devoción atenta contra el 1º Mandamiento, que nos manda amar a Dios sobre todas las cosas. Es, pues, una forma de idolatría, pues los «devotos» de la Santa Muerte creen que las imágenes tienen poder, que no depende tanto del tamaño de la imagen, sino de los rituales que se hacen para «consagrarla».

Los que promueven este culto señalan detalladamente el ritual necesario para «consagrarla» y colocarla en el sitio más adecuado. Según ellos, la «Señora», como también la llaman, se encargará de avisar al «creyente» si le agrada o no el lugar escogido. Esto lo hará a través de un sueño o de un suceso extraño. Si ella quiere ser cambiada de lugar, no hay más que complacerla, repitiendo todo el ritual necesario.

Las ofrendas que se le presentan a la imagen suelen ser las siguientes: manzanas, dulces, pan, licor, etc. Lo que nunca debe faltar en la ofrenda, aseguran sus devotos, es el vaso con agua, una veladora encendida y un pan. Aparte de esto, cada devoto puede ofrecerle lo que considere más conveniente.

Los días más adecuados para festejarla son el dos de noviembre y el aniversario de su llegada a cada casa.

Los devotos de la Santa Muerte la consideran una ayuda invaluable en los problemas familiares, desempleo, envidias, enemistades, cuestiones de salud, amor o cualquier otro problema.

Incluso, aseguran, la Santísima avisa oportunamente a sus devotos para que eviten accidentes, robos o cualquier otro imprevisto que atente contra la integridad del creyente.

La muerte no es una persona, es sólo un proceso biológico

Tal vez lo que favorece la extensión de este culto es su parecido con la devoción católica a los santos y a las imágenes de los santos. Pero no hay que irse con la finta. Mientras las imágenes de los santos representan a personas que vivieron en grado heroico la fe cristiana, la Santa Muerte no representa a nadie, puesto que la muerte no es una persona.

En efecto, la muerte no es otra cosa que la cesación o el término de la vida. Es sólo un proceso biológico que ocurre cuando las funciones vitales — la respiración y la circulación (expresada por los latidos del corazón) — se detienen y se da la pérdida irreversible de actividad cerebral, especialmente cuando se da la ausencia de actividad en los centros cerebrales superiores, principalmente el neocórtex.

Así, pues, la Santa Muerte no puede ayudar a nadie, puesto que no existe. No es un ser personal.

Conclusión

Aunque es comprensible la extensión de este peculiar culto, pues responde a las necesidades más apremiantes de los mexicanos, especialmente en el contexto socioeconómico actual, caracterizado por el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo y múltiples problemas en las relaciones interpersonales, conviene señalar que no se trata de una devoción auténtica, pues conduce a la idolatría, tan condenada por las Sagradas Escrituras.

Sin embargo, hay que considerar que la popularidad de este tipo de cultos puede ayudar a que nosotros, los agentes de pastoral, podamos orientar adecuadamente al pueblo católico sobre lo inútil de este tipo de devociones. Al mismo tiempo, podemos informar oportunamente el culto católico a los santos y a sus imágenes, un culto que está completamente de acuerdo con el dato bíblico.

El hecho innegable del culto a la Santa Muerte es, en esta perspectiva, una magnífica oportunidad para promover la devoción auténtica a los santos y a sus imágenes, para purificar la religiosidad popular, añadiéndole el fundamento bíblico y del Magisterio de la Iglesia, tan rico en enseñanzas.


    


Quien lee la Biblia sin estar prevenido, se encuentra con un gran problema ya en la primera página: al comenzar el libro del Génesis no sólo halla dos veces la narración de la creación del mundo, sino que además de manera tan discrepante, que no puede menos que quedar perplejo.

En efecto, Gn 1 cuenta el relato tantas veces oído cuando niños en el catecismo, según el cual al principio de los tiempos todo era caótico y vacío, hasta que Dios resolvió poner orden en esa confusión. Antes de ponerse a trabajar, al igual que cualquier operario, lo primero que hizo fue encender la luz (1, 3). Por eso en el primer día de la creación nacieron las mañanas y las noches.


Luego decidió ubicar un techo en la parte superior de la tierra para que las aguas del cielo no la inundaran. Y creó el firmamento. Cuando vio que el suelo era una sola mezcla barrosa, secó una porción y dejó la otra mojada, con lo cual aparecieron los mares y la tierra firme.

Sucesivamente con su palabra poderosa fue adornando los distintos estratos de esta obra arquitectónica con estrellas, sol, luna, plantas, aves, peces y reptiles. Y por último, como coronación de todo, formó al hombre, lo mejor de su creación, al que moldeó a su imagen y semejanza. Entonces decidió descansar. Había creado a alguien que podía continuar su tarea.

Ésta le había llevado 6 días. Y todo lo había hecho bien.

Pero cuando pasamos al capítulo 2 de Génesis viene el asombro. Parece como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. Estamos otra vez en un vacío total, donde no hay plantas, ni agua, ni hombres (2, 5).

Dios, nuevamente en escena, se pone a trabajar. Pero es un Dios muy distinto al de relato anterior. En lugar de ser solemne y majestuoso ahora adquiere rasgos mucho más humanos. Vuelve a crear al hombre, pero esta vez no desde la distancia y con el simple mandato de su palabra, casi sin contaminarse, sino que lo modela con polvo del suelo, sopla sobre su nariz, y de este modo le da la vida (2, 7).

Se detalla luego, por segunda vez, la formación de plantas, árboles y animales. Y para crear a la mujer emplea ahora un método diferente. Hace dormir al hombre, le extrae una costilla, rellena con carne el hueco restante, y moldea así a Eva. Entonces se la presenta y se la da por compañera ideal para siempre.

Llegado a este punto uno se pregunta: ¿por qué si en Génesis 1 tenemos ya el mundo terminado, en Génesis 2 hay que crearlo de nuevo? Es que acaso hubo dos creaciones en el origen de los tiempos?

Pero el problema no es sólo éste. Si comenzamos a hacer una minuciosa comparación entre ambos capítulos encontramos una larga lista de discrepancias que dejan al lector pasmado.

De entrada llama la atención la diferente manera de referirse a Dios en ambos textos. Mientras Gn 1 lo designa con el nombre hebreo de Elohim (= Dios), en Gn 2 se lo llama Yahvé Dios.

El Dios de Gn 2 es descrito con apariencias más humanas, de un modo más primitivo. Él no crea sino que "hace" las cosas. Sus obras no vienen de la nada sino que las fabrica sobre una tierra vacía y árida. El Dios de Gn 1, en cambio, es trascendente y lejano. No entra en contacto con la creación, sino que desde lejos la hace surgir, como si todo lo creara de la nada. 

De esta manera, mientras Dios en Gn 1 aparece en toda su grandiosidad, majestuoso, donde al sonido de su voz van brotando una a una las criaturas del universo, en Gn 2 Dios es mucho más sencillo. Como si fuera un alfarero, moldea y forma al hombre (v. 7). Como un agricultor, siembra y planta los árboles del paraíso (v. 8). Como un cirujano, opera al hombre para extraer a la mujer (v. 21). Como un sastre, confecciona los primeros vestidos a la pareja porque estaban desnudos (3, 21).

Mientras en Gn 1 Dios crea el mundo en 6 días y luego en el 7° descansa, en Gn 2 sólo le lleva un día todo el trabajo de la creación.

En Gn 2 Yahvé crea únicamente al varón, y al caer en la cuenta de que está solo y de que necesita una compañera adecuada, después de probar darle los animales por compañeros, le ofrecerá la mujer. En cambio en Gn 1 Dios desde un principio hizo existir al hombre y a la mujer simultáneamente, en pareja,

Mientras en Gn 1 los seres van surgiendo en orden progresivo de menor a mayor, es decir, primero las plantas, luego los animales, y finalmente los seres humanos, en Gn 2 lo primero en crearse es el hombre (v. 7), más tarde las plantas (v. 9), los animales
(v. 19), y finalmente la mujer (v. 22).

La visión del cosmos de Gn 1 es "acuática". Sostiene que al principio no había más que una masa informe de aguas primordiales, y la tierra al ser creada será un islote en medio de esas aguas. En cambio la cosmología de Gn 2 es "terrestre". Antes de que se creara el mundo todo era un inmenso desierto de tierra seca y estéril (v. 5), pues no había nada de lluvia. Al ser creada, la tierra será un oasis en medio del desierto.

Haciendo esta lectura comparativa, nos damos la sorpresa de que la Biblia incluye una doble y discrepante narración de la creación.

Tratando de resolver el enigma 

Los estudiosos llegaron a la conclusión de que no pudieron haber sido escritas por la misma persona, y piensan más bien que pertenecen a autores diversos y de distintas épocas. Como sus nombres no llegaron hasta nosotros, ni podremos saberlos nunca, llamaron al primero "sacerdotal", porque lo atribuyeron a un grupo de sacerdotes judíos del siglo VI a.C. Y al segundo autor, ubicado en el siglo X a.C, "yahvista", porque prefiere llamar a Dios con el nombre propio de Yahvé.

¿Cómo se escribieron dos relatos opuestos? ¿Por qué terminaron incluidos ambos en la Biblia?

El primero que se compuso fue Gn 2, aunque en la Biblia aparezca en segundo lugar. Por eso tiene un sabor tan primitivo, espontáneo, vívido. Durante muchos siglos fue el único relato con el que contaba el pueblo de Israel sobre el origen del mundo.

Fue escrito en el siglo X a.C., durante la época del rey Salomón, y su autor era un excelente catequista que sabía poner al alcance del pueblo en forma gráfica las más altas ideas religiosas.

Con un estilo pintoresco e infantil, pero de una profunda observación de la psicología humana, cuenta la formación del mundo, del hombre y de la mujer como una parábola oriental llena de ingenuidad y frescura.

Los aportes vecinos

Para ello se valió de antiguos relatos sacados de los pueblos vecinos. En efecto, las antiguas civilizaciones asiría, babilónico y egipcia habían compuesto sus propias narraciones sobre el principio del cosmos, que hoy podemos conocer gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en Medio Oriente. Y resulta sorprendente la similitud entre estos relatos y el de la Biblia. 

Todos dependen de una concepción cosmológica de un universo formado por tres planos superpuestos: los cielos con las aguas superiores; la tierra con el hombre y los animales; y el mar con los peces y las profundidades de la tierra.

El yahvista recogió estas tradiciones populares y concepciones científicas de su tiempo, y las utilizó para insertar un mensaje religioso, que era lo único que le interesaba.

La gran decepción

Cuatro siglos después de haberse compuesto este relato, una catástrofe vino a alterar la vida y la fe del pueblo judío. Corría el año 587 a.C. y el ejército babilónico al mando de Nabucodonosor, que estaba en guerra con Israel, tomó Jerusalén y se llevó cautivo al pueblo.

Y allá en Babilonia fue la gran sorpresa. Los primeros cautivos comenzaron a arribar a aquella capital y se dieron con una ciudad espléndida, con enormes edificios, magníficos palacios, torres de varios pisos, acueductos grandiosos, jardines colgantes, fortificaciones, y lujosos templos.

Ellos, que se sentían orgullosos de ser la nación bendecida y engrandecido por Yahvé en Judea, no habían resultado ser sino un modesto pueblo de escasos recursos frente a Babilonia.

El templo de Jerusalén, edificado a todo lujo por el gran rey Salomón, y gloria de Yahvé que lo había elegido por morada, no constituía sino un pálido reflejo del impresionante complejo cultual del dios Marduk, de la diosa Sin y de su consorte Ningal.

Jerusalén, orgullo nacional, por quien suspiraba todo israelita, era una ciudad apenas considerable en comparación con Babilonia y sus murallas, mientras su rey, ungido de Yahvé, nada podía hacer frente al poderoso monarca Nabucodonosor, brazo derecho del dios Marduk.

La situación no podía ser más decepcionante. Los babilonios habían logrado un desarrollo mucho mayor que los israelitas. ¿Para qué habían rezado tanto a Yahvé durante siglos y se habían abandonado confiados en él, si el dios de Babilonia era capaz de dar más poderío, esplendor y riqueza a sus devotos?

Aquella catástrofe, pues, representó para los hebreos una gran desilusión. Pareció el fin de toda esperanza en un Mesías, y lo vano de las promesas de Dios en sostener a Israel y transformarlo en el pueblo más poderoso de la tierra.

¿Tal vez el Dios de los hebreos era más débil que el dios de los babilonios? ¿No sería ya hora de adoptar la creencia en un dios que fuera superior a Yahvé, que protegiera con más eficacia a sus súbditos y le otorgara mejores favores que los magros beneficios obtenidos suplicándole al Dios de Israel?

Se desmoronaron, entonces, las ilusiones en el Dios que parecía no haber podido cumplir sus promesas, y el pueblo en crisis comenzó a pasarse en masa a la nueva religión de los conquistadores, con la esperanza de que un dios de tal envergadura mejorara su suerte y su futuro.

Ante esta situación que vivía el decaído pueblo judío durante el cautiverio babilónico, un grupo de sacerdotes, también cautivo, comienza a tomar conciencia de este abatimiento de la gente y reacciona. Era necesario volver a catequizar al pueblo.

La religión babilónico que estaba deslumbrando a los hebreos era dualista, es decir, admitía dos dioses en el origen del mundo: uno bueno, encargado de engendrar todo lo bello y positivo que el hombre observaba en la creación; y otro malo, creador del mal y responsable de las imperfecciones y desgracias de este mundo y del hombre.

Además, allí en la Mesopotamia pululaban las divinidades menores a las que se le rendían culto: el sol, la luna, las estrellas, el mar, la tierra.

Israel en el exilio empezó también a perder progresivamente sus prácticas religiosas, especialmente la observancia del reposo del sábado, su característico recuerdo de la liberación de Yahvé de Egipto.

Nace un capítulo

Aquellos sacerdotes comprendieron que el viejo relato de la creación que tanto conocía la gente (= Gn 2) estaba superado. Había perdido fuerza. Era necesario escribir uno nuevo donde se pudiera presentar una vigorosa idea del Dios de Israel, poderoso, que destellara supremacía, excelso entre sus criaturas. Comienza así a gestarse Gn 1.

Por eso, lo primero que llama la atención en este nuevo relato es la minuciosa descripción de la creación de cada ser del universo (plantas, animales, aguas, tierra, astros del cielo) a fin de dejar en claro que ninguna de éstas eran dioses, sino simples criaturas, todas subordinadas al servicio del hombre (v. 17-18).

Contra la idea de un dios bueno y otro malo en el cosmos, los sacerdotes repiten constantemente, de un modo casi obsesivo a medida que va apareciendo cada obra creada: "y vio Dios que era bueno", o sea, no existe ningún dios malo creador en el universo. Y cuando crea al ser humano dice que era "muy bueno" (v. 3 l), para no dejar así ningún espacio dentro del hombre que fuera jurisdicción de una divinidad del mal. Finalmente, el Dios que trabaja seis días y descansa el séptimo sólo quería ser ejemplo para volver a proponer a los hebreos la observancia del sábado.

De esta manera la nueva descripción de la creación por parte de los sacerdotes era un renovado acto de fe en Yahvé, el Dios de Israel. Por eso la necesidad de mostrarlo solemne y trascendente, tan distante de las criaturas, a las que no necesitaba ya moldear de barro pues le bastaba su palabra omnipotente para crearlas a la distancia.

Cien años más tarde, alrededor del 400 a.C., un último redactor decidió componer en un libro toda la historia de Israel desde el principio, recopilando viejas tradiciones. Y se encontró con los dos relatos de la creación. Resolvió entonces conservarlos a los dos. Pero mostró su preferencia por Gn 1, el de los sacerdotes, más despojado de antropomorfismos, más respetuoso, y lo puso como pórtico de toda la Biblia. Pero no quiso suprimir el antiguo relato del yahvista, y lo colocó a continuación, no obstante las aparentes incoherencias, manifestando así que para él, Gn 1 y Gn 2 relataban en forma distinta la misma verdad revelada, tan rica, que no bastaba un relato para expresarla.

Dos son poco

En una reciente encuesta en los Estados Unidos, se constató que el 44 % de los habitantes sigue creyendo que la creación del mundo ocurrió tal cual como lo dice la Biblia. Y muchos, ateniéndose a los detalles de estas narraciones, se escandalizan ante las nuevas teorías sobre el origen del universo, la aparición del hombre y la evolución.

Pero el redactor final del Génesis enseña algo importante. Reuniendo en un solo relato ambos textos, aun conociendo su carácter antagónico, mostró que para él este aspecto "científico" no era más que un accesorio, una forma de expresarse.

El redactor bíblico ¿se turbaría si viese que hoy sustituimos esos esquemas por el modelo mucho más probable del Big Bang y el de la formación evolutiva del hombre? Por supuesto que no. Una cosa debe quedar en claro en cualquier hipótesis de trabajo, a saber, que Dios es el origen de todo lo creado, y que el alma humana, hecha "a su imagen y semejanza", es creación directa de Dios y no un producto del proceso evolutivo natural. 

La misma Biblia, por esta yuxtaposición pacífica de diferentes modelos cosmogónicos, ha señalado su relatividad. Los detalles "científicos" no pertenecen al mensaje bíblico. No son más que un medio sin el cual ese mensaje no podría anunciarse.

El mundo no fue creado dos veces. Sólo una. Pero aun cuando lo relatáramos en cien capítulos distintos no terminaríamos de arrancar el misterio entrañable de esta obra amorosa de Dios.


Los 7 Sacramentos instituidos por Cristo

lunes, 24 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian
 

                         
EL BAUTISMO:


Mateo 28, 19-Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizandolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo.

Marcos 16, 15-Y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación.

Marcos 16,16-El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

CONFIRMACIÓN:

Hechos 8, 17 Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo

Hechos 19:6 Y habiendoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.


EUCARISTIA:

San Mateo 26, 26-Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomen, coman, éste es mi cuerpo. 27-Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Beban de ella todos, 28-porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón delos pecados.

San Marcos 14, 22-Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: Tomen, éste es mi cuerpo. 23-Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. 24-Y les dijo: Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25-Yo les aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el Reino de Dios.

RECONCILIACIÓN:

San Matelo 18, 18-Yo les aseguro: todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.

San Juan 20, 21-Jesús les dijo otra vez: La paz con ustedes. Como el Padre me envió tambien yo los envío. 22-Dicho esto, sopló y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. 23-A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quien se los retengan, les quedan retenidos.

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS:

San Marcos 6, 13-Expulsaban a muchis demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Santiago 5, 14-¿Esta enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbisteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor.

ORDEN SACERDOTAL:

Filipenses 1, 1-Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos, con los epíscopos y diáconos. 2-Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesúcristo.

1Timoteo 4, 14-No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de prebisteros. 15-Ocúpate en estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16-Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

MATRIMONIO:

San Mateo 19, 6-De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.

Genesis, 2, 24 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne.

Efesios 5, 33 En todo caso, también ustedes que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.


ESTA ES LA IGLESIA QUE CRISTO FUNDO, LA IGLESIA CATOLICA Y APOSTOLICA!!!!!



La señal de la cruz y el porte o uso de crucifijos molestan a muchos. Incluso algunos sostienen que la señal de la cruz es a la que se refiere el Apocalipsis cuando habla de la marca en la frente de los adoradores de la bestia (Ap 13, 14-18; 14, 9; 16, 2), pero justamente la señal de la Cruz es usado en la Biblia como signo de los protegidos del Señor en el libro de Ezequiel:

"Gritó con todas sus fuerzas en mis oídos: “¡Castigos de la ciudad, acérquense! ¡Que cada uno lleve en la mano su instrumento de muerte!” Aparecen entonces seis hombres desde el lado de la Puerta Alta, que mira al norte: cada cual lleva en la mano un instrumento de muerte, y en medio de ellos veo a un hombre con un traje de lino, que tiene en la cintura una tablilla de escriba. Vienen a ponerse al lado del altar de bronce, e inmediatamente la Gloria del Dios de Israel, que hasta entonces descansaba sobre los querubines, se eleva en dirección a la puerta del Templo. Llama al hombre con traje de lino, que lleva en su cintura una tablilla de escriba, y le dice: “Recorre Jerusalén, marca con una cruz en la frente a los hombres que se lamentan y que gimen por todas esas prácticas escandalosas que se realizan en esta ciudad.” Luego, dice a los otros, de manera que yo lo entienda: “Recorran la ciudad detrás de él y maten. No perdonen a nadie, que su ojo no tenga piedad. Viejos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres, mátenlos hasta acabar con ellos. Pero no tocarán a los que tienen la cruz. Comenzarán por mi Santuario.” " (Ez 9, 1-6)

Ya lo decía Pablo:

"Bien es cierto que el lenguaje de la cruz resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de Dios." (1 Co 1, 18)

Y en otra parte Pablo advierte lo orgulloso que se siente por la cruz de cristo:

"En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo." (Gal 6, 14)

Es la memoria de Nuestro Señor y de la elección que en nosotros hace Dios.

Pero es bueno dejar claro algo: la cruz no es distinción entre católicos y no católicos. En Corea del Sur, por ejemplo, confesiones no católicas la usan en sus iglesias, hasta el punto que uno no puede distinguir cuándo una iglesia es católica y cuándo protestante sin entrar en ella o acercarse a leer los avisos que tenga. Yo mismo pregunté a un coreano -allá, en Corea del Sur- cómo podía distinguir una iglesia católica de una protestante por el aspecto exterior del edificio, y me dijo que no podía hacerlo; de hecho, en una ocasión tuvo que detenerse a leer los letreros exteriores para saber qué tipo de iglesia era, cuando le hice la pregunta. Quien viaje a Corea del Sur, notará el extenso uso de las cruces que hacen las iglesias protestantes; de noche, uno puede ver muchas cruces con luces rojas de neón. Pero eso ocurre por todas partes. Estudiosos no católicos justifican el empleo de crucifijos El propio Jesús nos recuerda que, lo mismo que Moisés hizo por orden de Dios una serpiente para que fuera mirada para obtener sanación (Núm 21, 4-9), tendremos al Hijo de Dios crucificado para mirarlo:

"Recuerden la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, y entonces todo el que crea en él tendrá por él vida eterna." (Jn 3, 14-15)


Eso sí. Cada vez que miremos la cruz pensemos desde luego en el sacrificio de Jesucristo por nosotros, y en la Salvación. O de lo contrario un símbolo maravilloso puede convertirse en instrumento de idolatría, como ocurrió al final con la serpiente de bronce (lee 2 Re 18, 1-4).

Las indulgencias

jueves, 20 de noviembre de 2014
Posted by Cristhian



1.- ¿Que son las indulgencias?

'La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos'.

2.- ¿Cuantas clases de indulgencias hay?

'La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente'.

3.- ¿A quién benefician?

'Todo fiel puede lucrar para si mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias' (CIC, can 992-994) (21).

4.- ¿Cuál es la consecuencia del pecado?

'Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la 'pena eterna' del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entrada apego desordenado a las creaturas que tienen necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de la que se llama la 'pena temporal' del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificación del pecado, de modo que no subsistirá ninguna pena (cf. Concilio de Trento: DS 1712-1713; 1820)'(22).

5.- Y si Dios ya me perdono, ¿Para qué tengo que ganar indulgencias?

'El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entraban la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el da, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del 'hombre viejo' y a revestirse del 'hombre nuevo'' (cf. 4,24) (23).

6.- ¿Como es posible nuestra remisión de las penas por los pecados?

'El cristiano que quiere purificarse de su pecado y santificarse con ayuda de la gracia de Dios no se encuentra solo. 'La vida de cada uno de los hijos de Dios está ligada de una manera admirable, en Cristo y por Cristo, con la vida de todos los otros hermanos cristianos, en la unidad sobrenatural del Cuerpo místico de Cristo, como en una persona mística'(24)'(25).

'En la comunión de los santos, por consiguiente, 'existe entre los fieles -tanto entre quienes ya son bienaventurados como entre los que expían en el purgatorio o los que peregrinan todavía en la tierra- un constante vínculo de amor, un abundante intercambio de todos los bienes' (26) en este intercambio admirable, la santidad de uno aprovecha a los otros, más al del dado que el pecado de uno pudo causar a los demás. Asi, el recurso a la comunión de los santos permite al pecador contrito estar antes y más eficazmente purificado de las penas del pecado'(27).

7.- ¿A quién debemos esta remisión?

'Estos bienes espirituales de la comunión de los santos, los llamamos también el tesoro de la Iglesia, 'que no es suma de bienes, como lo son las riquezas materiales acumuladas en el transcurso de los siglos, sino que es el valor infinito e inagotable que tienen ante Dios las expiaciones y los méritos de Cristo nuestro Señor, ofrecidos para que la humanidad quedara libre del pecado y llegase a la comunión con el Padre. Solo en Cristo, Redentor nuestro, se encuentran en abundancia las satisfacciones y los méritos de su redención (cf.Heb 7,23-25; 9,11-28)'(28)'(29).

‘Pertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso, inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos, que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvación, cooperaron igualmente a la salvación de sus hermanos en la unidad del Cuerpo Mastico'(30).

8- ¿Quien distribuye las indulgencias?

'Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados. Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo a hacer obras de piedad, de penitencia y de caridad'(31).

9.- ¿Que puedo hacer por un fiel difunto?

'Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados'(32).

Condiciones para ganar la Indulgencia

Para poder beneficiarse de las indulgencias es necesario estar bautizado, no excomulgado y en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas para ganar la indulgencia.

Para que el sujeto que reúne estas condiciones se beneficie, debe tener intención aunque sea general, de ganarlas y de cumplir las obras prescritas dentro del tiempo establecido y en la forma debida.

Indulgencia plenaria

Las siguientes oraciones y acciones, entre otras, tienen indulgencia plenaria, si se cumplen las condiciones requeridas:

'A Ti, oh Dios, te alabamos...' (Te Deum): 1 de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.

'Adorad postrados...' (Tantum ergo): Jueves Santo después de la Misa In Coena Domini y en la acción litúrgica del Corpus Christi.

'Jesús dulcísimo...' (Acto de reparación): rezado públicamente el da del Sagrado Corazón.

'Miradme, oh mi amado y buen Jesús...': Los viernes de Cuaresma.

'Ven, Espíritu Creador...' (Veni Creator): rezado publicamente el 1 de enero y en la Solemnidad de Pentecostés.

Rezar el Via Crucis: ante las estaciones, pasando de una a otra por lo menos quien lo dirige, meditando las escenas si se desea, con alguna oración vocal.

Rezo del Santo Rosario: rezándolo en una iglesia, en un oratorio, en familia, o en comunidad. Es suficiente con rezar solo cinco de los quince misterios, con la meditación de los misterios que se rezan.

Adoración al Santísimo durante al menos media hora.

Adoración de la Cruz: en la acción litúrgica del Viernes Santo.

Realizar Ejercicios Espirituales o retiros similares, al menos de tres días de duración.

Recibir la Bendición Papal Urbi et Orbi; también es válida por radio o televisión.

Asistir al rito con que se clausura un Congreso Eucarístico.

Al sacerdote que celebra los 25, 50, 60 años como aniversario de su ordenación, es extensiva a quienes le acompañen en la Santa Misa.

Lectura de la Sagrada Escritura: al menos media hora.

Visitar la iglesia parroquial en la fiesta titular y el 2 de agosto (indulgencia de la Porciúncula). Lo mismo vale para la Iglesia catedral o con catedral o para las iglesias cuasi parroquiales.

Recibir la bendición apostólica en peligro de muerte inminente. En el caso de que no haya sacerdote, la Iglesia concede esta misma indulgencia con tal que se haya rezado habitualmente algunas oraciones (se suplen las tres condiciones habituales para ganar la indulgencia plenaria).

Asistir a la predicación de algunos sermones, participando en la clausura de una Santa Misión.

Visitar una iglesia u oratorio el da de su santo Fundador, rezando un Padrenuestro y un credo.

Visitar las Basílicas Patriarcales o Mayores de Roma el da de la fiesta titular, en cualquier da de precepto o en da cualquiera del año elegido por el mismo fiel: ha de rezarse el Padrenuestro y el Credo.

Visitar una iglesia u oratorio el da de Todos los difuntos (o con consentimiento del obispo, el domingo anterior o el posterior). Esta indulgencia solo es aplicable a las almas del purgatorio.

Visitar una iglesia o altar en el da de su dedicación, rezando un Padrenuestro y un Credo.

Usar el da de los Santos Pedro y Pablo (29 de junio) algún objeto piadoso bendecido por el Papa o un obispo, rezando un Credo.

Al nuevo sacerdote en su Primera Misa Solemne, y a quienes asistan a ella.

Renovación de las promesas del bautismo: en la Vigilia pascual o en el aniversario del bautismo.

Visitar la iglesia en que se celebra el Sínodo diocesano mientras este dura, rezando el Padrenuestro y el Credo.

Visitar las iglesias estacionales en su da propio, asistiendo a las funciones de la mañana o de la tarde.

Al fiel que hace la Primera Comunión, y a quienes le acompañan.

Visita al cementerio en los primeros ocho días del mes de noviembre, orando (basta mentalmente) por los fieles difuntos.

En la visita pastoral, pueden beneficiarse de la indulgencia una vez si se asiste a una función sagrada presidida por el visitador.

Condiciones para la indulgencia plenaria

Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia cumpliendo tres condiciones:

Confesión sacramental

Comunión Eucarística

Oración por las intenciones del Papa

Con una sola confesión sacramental puede ganarse varias indulgencias plenarias; en cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Papa solo se gana una indulgencia plenaria. Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo da.

La condición de orar por las intenciones del Papa se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción.

La indulgencia plenaria unicamente puede ganarse una vez al da, pero el fiel cristiano puede alcanzar indulgencia plenaria in artículo mortis, aunque el mismo da haya ganado otra indulgencia plenaria.

La indulgencia parcial puede ganarse varias veces al da, a no ser que expresamente se establezca lo contrario.

La obra indicada para obtener la indulgencia plenaria aneja a una iglesia u oratorio consiste en la visita piadosa de este lugar, rezando el Padrenuestro y el Credo, a no ser que en algún caso especial se establezcan otras condiciones.

Indulgencia parcial

Las siguientes oraciones y acciones tienen indulgencia parcial, todas las que van señalizadas con (*) pueden alcanzar la indulgencia plenaria si se cumplen los requisitos de la misma:

'A Ti, bienaventurado Jose...'.

'A ti, oh Dios, te alabamos...' (Te Deum)*.

'Acordaos, oh piadosísima Virgen Mara...'.

'ángel de Dios, tu que eres mi custodio...'.

'Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo...'.

'Santos Apóstoles Pedro y Pablo...''Misericordia, Dios no...' (Salmo 50).

'Mara, Madre de gracia y de clemencia...'.

'Adorad postrados...' (Tantum ergo)*.

'Oh, sagrado banquete'.

'Miradme, oh mi amado y buen Jesus...'*.

'Señor, a todos los que por amor...' (Oración por nuestros benefactores).

'Señor, Dios Todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este da...'.

'Bajo tu protección...' (Sub tuum praesidium).

'Señor, dales el descanso eterno...' Esta indulgencia se aplica solo a los difuntos.

'Adorote devotamente...' (Adoro te devote).

'Alma de Cristo...'.

'Proclama mi alma...' (Magníficat).

'Oremos por nuestro Pontífice...'.

'Jesús dulcísimo, cuya caridad...'.

'Desde lo hondo...'.

'Ven, Espíritu Creador...' (Veni Creator).

'Ven, Espiritu Santo...' (Veni, Spiritus Sanctus).

'Jesús dulcísimo, Redentor del género humano...' (Consagración a Cristo Rey).

'Te damos gracias...'

'Señor... dígnate enviar a su santo ángel...'.

'Señor, que tu gracia inspire...'.

'Visita, Señor esta habitación...'.

Rezar la Salve.

Rezar el Santo Rosario.

Rezar el Ángelus durante el tiempo ordinario.

Rezar el Credo, ya sea el apostólico o el niceno-constantinopolitano*.

Rezar el Regina Coeli durante el tiempo pascual.

Rezar Laudes o Vísperas del Oficio de difuntos.

Rezo de cualquiera de las Letanías aprobadas por la Iglesia, entre otras: del Santísimo Nombre de Jesús, del Sagrado Corazón de Jesús, de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, de Santa Mara Virgen, de San Jose y de los Santos.

Rezar las oraciones para pedir por las vocaciones.

Rezar por la unidad de los cristianos.

Rezo de cualquiera de los oficios parvos.

Rezar una oración en honor de un santo en el da de su celebración litúrgica.

Adoración del Santísimo Sacramento (Visita al Santísimo)*.

Hacer un acto de contrición.

Leer la Sagrada Escritura como lectura espiritual*.

La comunión espiritual.

Asistir a las Novenas con motivo de Navidad, Pentecostés o de la Inmaculada Concepción.

Cualquier acto de fe, esperanza o caridad.

Hacer un rato de oración mental.

Renovar las promesas del bautismo*.

Impartir o aprender la doctrina cristiana.

Realizar la Señal de la cruz, pronunciando las palabras de costumbre.

Visitar las catacumbas.

Asistir a la predicación de la palabra de Dios*.

Visitar una iglesia u oratorio en los días en que se realiza la visita pastoral*.

Usar los objetos piadosos con la bendición debida*.

Visitar las iglesias estacionales en su da propio.

Condiciones generales para la indulgencia parcial

La indulgencia parcial se concede a los fieles cristianos que, en el cumplimiento de sus obligaciones y en el sufrimiento de las dificultades de la vida, eleva su alma a Dios con humilde confianza, añadiendo, aunque solo sea mentalmente, alguna piadosa invocación.

La indulgencia parcial se concede al fiel cristiano que, movido por el Espíritu de fe, se entrega a si mismo o sus bienes, con sentimientos de misericordia, al servicio de los hermanos necesitados.

Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que, con espíritu de penitencia, se priva voluntariamente de alguna cosa licita y agradable.

Disposiciones para obtener la indulgencia jubilar

Decreto de la Penitenciara Apostólica

Con el presente decreto, que da cumplimiento a la voluntad del Santo Padre expresada en la Bula para la convocación del Gran Jubileo del año 2000, la Penitenciara Apostólica, en virtud de las facultades concedidas por el mismo Sumo Pontífice, determina la disciplina que se ha de observar para la obtención de la indulgencia jubilar.

Todos los fieles debidamente preparados pueden beneficiarse copiosamente del don de la indulgencia durante todo el Jubileo, según las disposiciones especificadas a continuación.

Teniendo presente que las indulgencias ya concedidas, sea de manera general, sea por un rescripto especial, permanecen en vigor durante el Gran Jubileo, se recuerda que la indulgencia jubilar puede ser aplicada como sufragio por las almas de los difuntos. Con esta práctica se hace un acto de caridad sobrenatural, por el vínculo mediante el cual, en el Cuerpo místico de Cristo, los fieles todavía peregrinos en este mundo están unidos a los que ya han terminado su existencia terrena. Durante el año jubilar queda también en vigor la norma según la cual la indulgencia plenaria puede obtenerse solamente una vez al da (33).

Culmen del Jubileo es el encuentro con Dios Padre por medio de Cristo Salvador, presente en su Iglesia, especialmente en sus Sacramentos. Por esto, todo el camino jubilar, preparado por la peregrinación, tiene como punto de partida y de llegada la celebración del sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía, misterio pascual de Cristo, nuestra paz y nuestra reconciliación: este es el encuentro transformador que abre al don de la indulgencia para uno mismo y para los demás.

Después de haber celebrado dignamente la confesión sacramental, que de manera ordinaria, según el can. 960 del CIC y el can. 720 del CCEO, debe ser en su forma individual e negra, el fiel, una vez cumplidos los requisitos exigidos, puede recibir o aplicar, durante un prudente periodo de tiempo, el don de la indulgencia plenaria, incluso cotidianamente, sin tener que repetir la confesión.

Conviene, no obstante, que los fieles reciban frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón (34). La participación en la Eucaristía -necesaria para cada indulgencia- es conveniente que tenga lugar el mismo da en que se realizan las obras prescritas (35).

Estos dos momentos culminantes han de estar acompañados, ante todo, por el testimonio de comunión con la Iglesia, manifestada con la oración por las intenciones del Romano Pontífice, asi como por las obras de caridad y de penitencia, según las indicaciones dadas más abajo. Estas obras quieren expresar la verdadera conversión del corazón a la que conduce la comunión con Cristo en los Sacramentos. En efecto, Cristo es la indulgencia y la propiciación por nuestros pecados (1 Jn 2, 2). Difundiendo en el corazón de los fieles el Espíritu Santo, que es 'el perdón de todos los pecados' (36), impulsa a cada uno a un filial y confiado encuentro con el Padre de la misericordia. De este encuentro surgen los compromisos de conversión y de renovación, de comunión eclesial y de caridad para con los hermanos.

Para el próximo Jubileo se confirma también la norma según la cual los confesores pueden conmutar, en favor de quienes están legítimamente impedidos, tanto la obra prescrita como las condiciones requeridas (37). Los religiosos y religiosas de clausura, los enfermos y todos aquellos que no puedan salir de su vivienda, podrán realizar, en vez de la visita a una determinada iglesia, una visita a la capilla de la propia casa; si ni siquiera esto les fuera posible, podrán obtener la indulgencia uniéndose espiritualmente a cuantos cumplen en el modo ordinario la obra prescrita, ofreciendo a Dios sus oraciones, sufrimientos y molestias.

Respecto a los requisitos necesarios los fieles pueden obtener la indulgencia jubilar:

1) En Roma, haciendo una peregrinación a una de las Basílicas patriarcales, a saber, la Basílica de San Pedro en el Vaticano, la Archivística del Santísimo Salvador de Letrán, la Basílica de Santa María la Mayor o la de San Pablo Extramuros en la vía Ostiense, y participando allí con devocion en la Santa Misa o en otra celebración litúrgica como Laudes o Vísperas, o en un ejercicio de piedad (por ejemplo, Elvia Crucis, el Rosario mariano, el rezo del himno Akthistosen honor de la Madre de Dios); también visitando, en grupo o individualmente, una de las cuatro Basílicas patriarcales y permaneciendo alli un cierto tiempo en adoración eucarística o en meditación espiritual, concluyendo con el 'Padre nuestro', con la profesión de fe en cualquiera de sus formas legítimas y con la invocación a la Santísima Virgen Mara. En esta ocasión especial del Gran Jubileo, se añaden a las cuatro Basílicas patriarcales los siguientes lugares y con las mismas condiciones: la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, la Basílica de San Lorenzo junto al cementerio Verano, el Santuario de la Virgen del Divino Amor y las Catacumbas cristianas (38).

2) En Tierra Santa, observando las mismas condiciones y visitando la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, la Basílica de la Natividad en Belén o la basílica de la Anunciación en Nazaret.

3) En las demás circunscripciones eclesiásticas, haciendo una peregrinación a la Iglesia Catedral o a otras iglesias o lugares designados por el Ordinario y asistiendo allí con devoción a una celebración litúrgica o a otro tipo de ejercicio, como los indicados anteriormente para la ciudad de Roma; también visitando, en grupo o individualmente, la iglesia Catedral o un Santuario designado por el Ordinario, permaneciendo allí un cierto tiempo en meditación espiritual, concluyendo con el 'Padre nuestro', con la profesión de fe en cualquiera de sus formas legítimas y con la invocación a la Santísima Virgen Mara.

4) En cada lugar, yendo a visitar por un tiempo conveniente a los hermanos necesitados o con dificultades (enfermos, encarcelados, ancianos solos, minusválidos, etc.), como haciendo una peregrinación hacia Cristo presente en ellos (cf. Mt 25, 34-36) y cumpliendo los requisitos espirituales acostumbrados, sacramentales y de oración. Los fieles querrán ciertamente repetir estas visitas durante el Año Santo, pudiendo obtener en cada una de ellas la indulgencia plenaria, obviamente una sola vez al da.

La indulgencia plenaria jubilar por obtenerse también mediante iniciativas que favorezcan de modo concreto y generoso el espíritu penitencial, que es como el alma del Jubileo. A saber: absteniéndose al menos durante un da de cosas superfluas (por ejemplo, el tabaco, las bebidas alcohólicas, ayunando o practicando la abstinencia según las normas generales de la Iglesia y las de los Episcopados) y dando una suma proporcionada de dinero a los pobres; sosteniendo con una significativa aportación obras de carácter religioso o social (especialmente en favor de la infancia abandonada, de la juventud con dificultades, de los ancianos necesitados, de los extranjeros en los diversos países donde buscan mejores condiciones de vida); dedicando una parte conveniente del propio tiempo libre a actividades de interés para la comunidad u otras formas parecidas de sacrificio personal.

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